Simón de Trento: otro "Santo" capricho de Roma.
Simón de Trento (Trento, 1472 - Trento, 21 de marzo de 1475) fue un niño italiano, protagonista de un libelo de sangre, el cual fue asesinado ritualmente por los judíos.
En la Pascua judía de 1475 (domingo 21 de marzo) se encontró el cadáver mutilado de un bebé de dos años.
El obispo Hinderbach de Trento mandó encarcelar a varios judíos, y bajo tortura les hizo confesar que habían torturado, crucificado cabeza abajo, y desangrado al bebé, y utilizado su sangre para preparar sus panes de Pascua. El papa Sixto IV envió un legado que investigara el caso. Este se mostró reticente a aceptar la culpabilidad de los judíos, pero hubo de huir ante la ira del pueblo, que fue alentada por Hinderbach. Los judíos fueron declarados culpables y quemados vivos públicamente en la plaza de Trento.
En 1588 (113 años después), el papa Sixto V (1521-1590) reunió una comisión de seis cardenales, y repitió el juicio. Este tribunal también encontró culpables a los judíos.
Ese mismo año (1588), el mismo papa Sixto V canonizó al bebé. Cada año la ciudad de Trento celebró su fiesta con procesiones y fanfarria.
En 2007, un catedrático judío, el Dr. Ariel Toaff, escribió Pasque di sangue: ebrei d'Europa e omicidi rituali, donde afirmó que los judíos habían confesado algunos ritos secretos practicados por la comunidad askenazi ―como la cocción del matzo (pan ácimo de Pascua, sin levadura)― que los jueces cristianos no podrían haber conocido. Sin embargo, esta afirmación es una falacia non sequitur (el hecho de que los judíos apresados mencionaran supuestos ritos secretos bajo tortura no es evidencia).
En 1965, en el marco del Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI ordenó que se reexaminara el caso de Simón de Trento. Se dictaminó que las confesiones de los judíos fueron inaceptables, porque habían sido obtenidas bajo tortura. Un decreto papal prohibió el culto del niño asesinado. Sus restos fueron retirados y escondidos para evitar la reanudación de las peregrinaciones.
En 1965 el arzobispo Alessandro Gotardi, de la diócesis de Trento, declaró la inocencia de los judíos asesinados. Como resultado del decreto del arzobispo, la Congregación de Ritos del Vaticano prohibió la veneración de las reliquias del bebé, así como la celebración de misas en su nombre.
En el marco del Concilio Vaticano II, Simón de Trento fue uno de los 33 santos legendarios medievales ―como san Cristóbal, san Jorge, santo Dominguito del Val o san Valentín― cuyo culto fue suprimido del Novus Ordo católico.
Así se cayó otro santo entre gallos y medianoches...
En la Pascua judía de 1475 (domingo 21 de marzo) se encontró el cadáver mutilado de un bebé de dos años.
El obispo Hinderbach de Trento mandó encarcelar a varios judíos, y bajo tortura les hizo confesar que habían torturado, crucificado cabeza abajo, y desangrado al bebé, y utilizado su sangre para preparar sus panes de Pascua. El papa Sixto IV envió un legado que investigara el caso. Este se mostró reticente a aceptar la culpabilidad de los judíos, pero hubo de huir ante la ira del pueblo, que fue alentada por Hinderbach. Los judíos fueron declarados culpables y quemados vivos públicamente en la plaza de Trento.
En 1588 (113 años después), el papa Sixto V (1521-1590) reunió una comisión de seis cardenales, y repitió el juicio. Este tribunal también encontró culpables a los judíos.
Ese mismo año (1588), el mismo papa Sixto V canonizó al bebé. Cada año la ciudad de Trento celebró su fiesta con procesiones y fanfarria.
En 2007, un catedrático judío, el Dr. Ariel Toaff, escribió Pasque di sangue: ebrei d'Europa e omicidi rituali, donde afirmó que los judíos habían confesado algunos ritos secretos practicados por la comunidad askenazi ―como la cocción del matzo (pan ácimo de Pascua, sin levadura)― que los jueces cristianos no podrían haber conocido. Sin embargo, esta afirmación es una falacia non sequitur (el hecho de que los judíos apresados mencionaran supuestos ritos secretos bajo tortura no es evidencia).
En 1965, en el marco del Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI ordenó que se reexaminara el caso de Simón de Trento. Se dictaminó que las confesiones de los judíos fueron inaceptables, porque habían sido obtenidas bajo tortura. Un decreto papal prohibió el culto del niño asesinado. Sus restos fueron retirados y escondidos para evitar la reanudación de las peregrinaciones.
En 1965 el arzobispo Alessandro Gotardi, de la diócesis de Trento, declaró la inocencia de los judíos asesinados. Como resultado del decreto del arzobispo, la Congregación de Ritos del Vaticano prohibió la veneración de las reliquias del bebé, así como la celebración de misas en su nombre.
En el marco del Concilio Vaticano II, Simón de Trento fue uno de los 33 santos legendarios medievales ―como san Cristóbal, san Jorge, santo Dominguito del Val o san Valentín― cuyo culto fue suprimido del Novus Ordo católico.
Así se cayó otro santo entre gallos y medianoches...
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