El chofer hacia el más allá: el Psicopompo.
Psicopompo es un ser que en las mitologías o religiones tiene el papel de conducir las almas de los difuntos hacia la ultratumba, cielo o infierno. La voz proviene del griego ψυχοπομπóς (psychopompós) que se compone de psyche, “alma”, y pompós, “el que guía o conduce”.
El psicopompo puede ser simbolizado como cualquier ser que nos rodea, pero casi siempre hacen alusión a criaturas y/o deidades dentro de las religiones. Estas criaturas están asociadas principalmente con determinados animales, espíritus, deidades, ángeles o demonios que están representadas a través de los siglos. Se trata de criaturas sobrenaturales, a veces angélicas, otras no tanto, responsables de acompañar al muerto en su viaje de ultratumba.
El rol de los Psicopompos no es juzgar a los muertos, sino custodiar su viaje al destino que él mismo se ha ganado en vida. Tienen una presencia antiquísima en mitos de todas partes del mundo, y, en general, adoptan las mismas figuras en diferentes iconografías: perros, búhos, caballos y cuervos. Pensemos en El cuervo (The Raven), de Edgar Allan Poe.
Dentro de la psicología analítica de Jung, el psicopompo es un mediador entre las realidades del consciente y del inconsciente, no solo a través de lo sueños, sino en eventos que de forma ritualística pueden ayudar al individuo dentro de procesos significativos.
En El libro rojo (Rotes Buch) Carl Jung reflexiona sobre los Psicopompos, y los ubica como mediadores entre el consciente y el inconsciente. En sueños son personificados como un hombre sabio o un animal oficioso. En muchas culturas denominadas “primitivas”, el Psicopompo es representado por el propio chamán, como en el caso del Bardo Thodol (El libro tibetano de los muertos), cuyas oraciones, leídas por los hombres indicados, funcionan como un faro para el muerto, que sigue las palabras y de este modo consigue encontrar el camino adecuado en la otra vida.
Otras culturas, en cambio, aseguran que los Psicopompos no sólo escortan a los muertos, sino a las almas que descienden a la Tierra para encarnarse nuevamente.
En algunas culturas ancestrales actuales, igualmente se considera que una de las funciones del chamán es actuar también como psicopompo. Los chamanes también hacen otro tipo de curación, ayudan a los muertos al igual que a los vivos. A estos chamanes se les llama “psicopompos” (conductor de las almas).
En este caso, no sólo acompañaría al alma al más allá, sino que también ayudaría al renacimiento; introduciendo en el mundo al alma recién nacida. Los chamanes saben que la muerte no es el final, sólo es una experiencia y transición donde te diriges a otro lugar para que tu alma siga su evolución.
Para ello, el Chaman como psicopompo entra en un estado alterado de conciencia en el que viaja al otro plano donde ayudado por sus guías espirituales y sus animales de poder ayuda al alma desencarnada a encontrar el camino, e incluso en algunos casos a renacer. Frecuentemente ayuda a salir al alma del “muerto” de espacios – limbo en la terminología católica – donde se encuentra atrapada en sus ensueños y donde no reconoce que ha “desencarnado”.
Los maestros de la otra realidad (mundos o reinos) provienen a menudo del marco de creencias signadas por la cultura del individuo, por ejemplo, Jesús, la Virgen María, Mahoma(Muhamad), etc.
Es común que el chamán pida honorarios elevados por este trabajo. En algunas culturas es obligatorio dar elevados honorarios al oficiante, mientras que en otras este trabajo se hace de forma totalmente gratuita.
Anguta en las leyendas Inuits
Cuando un Inuit moría, se creía que «Anguta» venía a buscarlo. Este psicopompo lo conducía primero al «Adlivun» o submundo, que era una especie de purgatorio, en el que el difunto era azotado hasta que purgaba el mal que hubiera hecho en vida. Calculaban que permanecía en este lugar durante un año, hasta que estaba preparado para proseguir su viaje a la «Tierra de la Luna», el equivalente al cielo.
Ixtab en la mitología Maya
Itxab era en la mitología Maya la esposa del dios de la muerte. Era la diosa protectora de los suicidas, especialmente los que morían por ahorcamiento. El suicidio era considerado en la cultura maya, en muchos casos, una manera honorable de morir y los que se suicidaban eran acompañados por Itxab a un paraíso especial que compartían con las víctimas de sacrificios, las mujeres que morían en el parto, los guerreros o los sacerdotes.
Papá Ghede es un psicopompo en el vudú.
Pertenece a la familia de Loa que encarga los poderes de la muerte y la fertilidad. Papá Ghede (o Guédé) es el cadáver del primer hombre que murió. Es bajito, moreno, fuma puros y lleva un extraño sombrero de copa. Espera a las almas en el momento en que se cruzan los caminos de la vida y de la muerte para conducirlas a la vida eterna. Tiene un humor primitivo, pero es capaz de leer la mente de los demás. Sabe todo lo que ocurre tanto en el mundo de los vivos como en el de los muertos.
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