La Rectoría Borley: el lugar más embrujado del mundo.



“Figuras fantasmales de cocheros decapitados – afirmaba el periodista V.C.Wall en la crónica – , una monja, una carroza tirada por dos caballos bayos que aparecía y desaparecía misteriosamente, pisadas en habitaciones vacías […]”

Esta mansión se encuentra en el pueblo de Borley que es parte del condado de Essex en Inglaterra. Debido a los cientos de hechos inexplicables que han ocurrido en este lugar, se le ha denominado el más embrujado del mundo.

El origen de la primera construcción de este sitio no es preciso. Pero, los expertos creen que data de la edad media y que en esa época solo era una casa de piedra grande que sirvió como un monasterio para la comunidad local. Luego fue que se convirtió en rectoría y el edificio que se conoce ahora fue erigido por el reverendo Dawson Henry Ellis, en 1862. Fue precisamente cuando, él y su familia, se trasladaron a ese lugar que iniciaron a ocurrir los fenómenos paranormales.

La leyenda de este lugar nace en el siglo XIV. Cuenta que supuestamente un monje y una monja tuvieron una relación prohibida. Pero su romance fue descubierto y los atraparon cuando intentaba huir. A ambos los condenaron a pena de muerte y al chofer que los ayudaba a escapar también. Al monje lo ahorcaron en público y la monja fue tapiada a las paredes del monasterio para que todas las personas que llegaran supieran que sucede cuando se vive en pecado.

Los fenómenos más famosos que se han registrado en ese lugar comienzan en 1863 cuando el reverendo se muda con su familia a esa casa. Desde entonces se han registrado pasos a la mitad de la noche, puertas que se cierran y se abren y la aparición de un carruaje antiguo conducido por un jinete sin cabeza.

En 1928 los habitantes de esa época, el reverendo Eric Guy Smith y su esposa contactaron a unos especialistas en fenómenos naturales. Así fue como esta casa se dio a conocer al público. Se registraron fenómenos como campanas que sonaban incluso al cortarles la cuerda, aparecían luces en las ventanas y la esposa del reverendo encontró un cráneo humano en el armario.

La fama de la casa llegó hasta oídos les investigador Harry Price así que alquiló el inmueble por un año. Todas las experiencias que vivió en ese lugar se inmortalizaron en un texto que se publicó en 1940. Este libro sale a la luz un año después que la rectoría se quemara misteriosamente. Así es la historia de la rectoría de Borley, una mansión manchada por la tragedia.

Harry Price, miembro de la Society Psychal Research y fundador de la National Library of Psychal Research dependiente de la Universidad de Londres, acudió al enclave endemoniado y comenzó a recabar toda la información. Los primeros resultados sobre la mansión Borley fueron espectaculares. El paraje contaba con un extenso y trágico pasado marcado por la muerte e insólitos incidentes enigmáticos.

Según diferentes estudios históricos aquel solar había sido durante el siglo XIII el punto donde se asentaba un convento en el que se produjeron varios crímenes. El asesinato, más concretamente de una pareja de eclesiásticos, de un sacerdote del monasterio y una monja del claustro de Bures, situado a 13 kilómetros de distancia, que tras un apasionado romance intentaron huir y dar un giro de 180 grados a sus vidas.

El final, como suele ocurrir, tuvo un desenlace fatal. Fueron capturados y ejecutados cruelmente: a él la decapitaron y a ella la emparedaron en los muros del inmueble.

Fue tras estos lóbregos lances cuando empezaron a sucederse las apariciones, según los observadores, de una figura fantasmal vestida con hábitos religiosos.

E.D. Bull, sacerdote artífice de la construcción en 1863 y primer inquilino, no se vio afectado por las leyendas en un principio. Pero con el paso del tiempo el misterio fue transformándose en una realidad diaria.

Durante los 65 años en los que la familia Bull estuvo en la rectoría, desde 1863 hasta 1927, se produjeron una extensa lista de hechos inauditos. Experiencias y manifestaciones que fueron corroboradas por vecinos de las localidades colindantes.

Pero todo “estalló” cuando el sacerdote Eric Smith se instaló en la mansión y dio a conocer a los periodistas del Daily Mirror la extraña casuística que estaba padeciendo.

Los fenómenos que se producían eran muy variados: el inexplicable tintineo de las campanillas y los timbres, la observación de una figura luminosa ataviada con vestimenta de monja por el jardín, el característico movimiento de objetos, sonidos de pasos por las habitaciones, las llaves de las puertas saltaban de las cerraduras, volaban piedras desde el tejado e incluso se pudieron escuchar gritos desgarradores y el paso de carruajes inexistentes por los alrededores del lugar.

Harry Price, a los tres días de su primera visita y desbordado por los acontecimientos, decidió organizar una sesión de espiritismo para intentar esclarecer el enigma. En el experimento participaron el reverendo Smith, su esposa, una médium y el propio investigador. El resultado terminó de sembrar el desconcierto: el espíritu del sacerdote Henry Bull, antiguo regente y constructor del edificio, informó sobre el truculento pasado del lugar.

Una semana después de la prueba el párroco Smith y su mujer abandonaron definitivamente la casa. La fenomenología había llegado a tal punto de agresividad y violencia que era imposible vivir allí y Price tuvo que abandonar sus análisis.

Transcurrió un año hasta que la rectoría fue habitada de nuevo. Esta vez por el clérigo Lyonel Foyster, primo del fallecido reverendo Bull, y su mujer, Marianne.

Durante los primeros meses reinó la paz, pero todo cambiaría repentinamente… los timbres volvieron a sonar, las campanas a tañir, se escuchaba el arrastrar de cadenas, se materializaban relojes, monedas y, lo más espectacular, comenzaron a aparecer mensajes escritos en las paredes. Unas misivas presuntamente realizadas por entidades del más allá en las que de una forma desgarradora pedían auxilio, como “Por favor, ayuda… Marianne” o “No puedo entender, dime más”.

Foyster y Marianne volvieron a requerir los servicios del parapsicólogo Price. Esta vez acudió junto con dos de sus empleados y un equipo móvil compuesto por cámaras fotográficas, cintas métricas, polvo para impresionar huellas, un cámara cinematográfica de 16 mm, filtros luminosos y acústicos, varios instrumentos de medición térmica, etc.

Durante el trabajo de campo que se efectuó aumentaron los mensajes. Parecían ser crípticos. Encerraban algún tipo de información especial. Y de entre todos, uno de ellos, de carácter profético y apocalíptico, marcaría los designios del caso: “Esta casa será pasto de las llamas”.

Los fenómenos asediaban a una inocente Marianne, que empezó a sufrir una fuerte alteración psíquica debido a la situación, motivo por el cual el matrimonio abandonaría la casa definitivamente en 1935.

La rectoría Borley, de nuevo, quedó desamparada. Nadie parecía poder habitar entre sus muros.

Harry Price aprovechó esta circunstancia para promover nuevos experimentos. El investigador psíquico alquiló el caserón, concretamente desde el 19 de mayo de 1937 hasta finales de 1938, y puso un anuncio en el rotativo The Times en el que se solicitaba voluntarios para el estudio de los fenómenos paranormales de la abadía.

“Se buscan personas – rezaba la petición publicada en el periódico británico – responsables, inteligentes, intrépidas, críticas e imparciales para realizar turnos de observaciones en una casa. Si no saben nada sobre investigación psíquica, mejor”.

La respuesta fue todo un éxito. Fueron reclutadas un total de 48 personas. Todos ellos permanecieron en Borley por espacio de un año y medio y durante este tiempo todos los inquilinos fueron testigos de lo insólito.

El 27 de febrero de 1939, el capitán W.H.Gregson, posterior morador, se encontraba en la biblioteca del caserón cuando una lámpara de aceita se estrellaba contra el suelo de forma inexplicable. Las llamas se extendieron rápidamente por el inmueble y el fuego devoró toda la mansión.

¿Se cumplió la profecía realizada años atrás y rubricada en los muros? Parece ser que sí. Pero la historia de Borley continuó a pesar de su desaparición.

Durante la demolición del edificio, el cual quedó prácticamente derruido a causa del incendio, varios obreros aseguraron haber observado extraños portentos entre las ruinas del inmueble y se descubrieron restos óseos. ¿Corresponderían aquellos huesos a la monja emparedada siglos atrás?

No lo sabemos a ciencia cierta, pero de lo que no hay duda es sobre las aterradoras manifestaciones que los empleados en el derribo pudieron vivir. Episodios que hicieron nuevamente poner de actualidad a Borley, ya que un reportero del periódico Life, mientras realizaba un reportaje gráfico de las obras, pudo captar en una fotografía el presunto vuelo de un ladrillo entre los cimientos de la mansión desvencijada. Todo un documento.

Harry Price cerró definitivamente el caso tras dar cristiana sepultura a los macabros restos hallados en ruinoso sótano. Y todas sus conclusiones fueron recogidas en dos gruesos libros: el primero publicado en 1940 bajo el título The most haunted house in England (La casa más encantada de Inglaterra) y el segundo, The end of Borley rectory (El fin de la rectoría Borley), editado en 1945, tres años después del fallecimiento de Price.

Nadie parecía dudar dela odisea fantasmal. Pero en 1956 el enduendamiento de la rectoría Borley y las investigaciones que allí se realizaron fueron puestas en entredicho. Dos miembros de la Society for Psychal Research (SPR), Charles Hope y Henry Douglas, solicitaron una revisión de los trabajos de Harry Price.

El comité de la SPR accedió a la petición de los eruditos paranormales y comenzó la fiscalización de toda la documentación existente sobre el caso que se encontraba en la Universidad de Londres.

Tras cinco años de estudio los resultados fueron publicados bajo el título The haunting of Borley rectory (El encantamiento de la rectoría Borley) en 1956.

En opinión de Hope y Douglas, muchos de los fenómenos que se produjeron en caserón religioso fueron fraudulentos. Es más, aseguraron que detrás de muchos de los presuntos incidentes poltergeist se encontraba Price, pese a que los fenómenos ya se habían denunciado mucho antes de que Price pusiese allí sus pies por primera vez.

Borley resistió estoicamente los envites de la comunidad parapsicológica más escéptica. Primero con la publicación en 1973 de la obra The ghosts of Borley: Annals of the haunted rectory (Los fantasmas de Borley: Anales de la rectoría encantada) realizada por Peter Underwood y el doctor Tabori, y en la que se reafirmaba las serias y metódicas investigaciones realizadas por Harry Price, y posteriormente, en 1974, cuando un equipo del Grupo de Investigaciones Parapsicológicas de Enfield, encabezado por Ronal R. Russel, retomó las investigaciones, esta ve vez en la iglesia colindante a la antigua abadía, las cuales determinaron que seguían produciéndose extraños fenómenos en el recinto.

La comisión científica dirigida por Russell, y compuesta por los ingenieros Frank Parry y John Fay, ratificó la existencia de una fenomenología paranormal en Borley:

“Hemos grabado –explicaba el informe de los estudiosos- cientos de ruidos extraordinarios, pisadas, golpes y demás. En una ocasión localizamos un centro de perturbación cerca del sepulcro Waldegrave; era tangible, como un torbellino de energía. Cuando se pasaba la mano por él, se sentía una especie de cosquilleo, como el que produce la electricidad estática. En otra ocasión llegamos a escuchar un profundo gruñido”

Y es que, como afirmó Harry Price, Borley, ha sido, es y será, el lugar más encantado del Mundo.



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