Iglesias Cristianas en la Historia: Valdo, un precursor del Metodismo.



La Iglesia Valdense, que tiene una importante presencia en Italia, pertenece a la Reforma que surgió con Lutero, aunque nació 350 años antes de ella.

Pierre Valdo fue un heresiarca francés cuyas fechas de nacimiento y muerte no se conocen bien pero se sabe que vivió entre el siglo XI y el XII y quizá murió en el año 1205 o 1206. Fue el fundador de lo que se conoció entonces como la secta de los valdenses. Sus primeros seguidores recibieron el nombre de «pobres de Lyon». Se dice que Pedro Valdo era un comerciante adinerado de Lyon que estaba casado y tenía dos hijas. Siendo hombre devoto y católico practicante, en 1177 tras la muerte repentina de un conocido pidió a un amigo teólogo que le diera consejo de las Escrituras en cuanto a lo que debía hacer para agradar a Dios. En respuesta, su amigo citó el evangelio de Mateo 19:21, donde Jesús dijo al joven rico: "Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo y, ven, sé mi seguidor".

Puesto que Valdo había sido bien conocido como próspero hombre de negocios, muchas personas le escucharon y pronto tuvo un grupo de seguidores. Les alegró oír el mensaje consolador de la Biblia en su propio idioma, pues hasta entonces la traducción y produccción de cada ejemplar de la Biblia tenía un alto costo: copiar a mano cada Biblia demandaba a un monje un mínimo de 3 años. Muchas personas convinieron en renunciar a sus bienes y dedicarse a enseñar la Biblia en el idioma de la gente común. Se les llegó a conocer como los "Pobres de Lyon". Para ellos, cualquier cristiano, fuera hombre o mujer, podía predicar siempre y cuando tuviese suficiente conocimiento de las Escrituras.

En el movimiento valdense debe verse la fusión de varios movimientos religiosos separados de la Iglesia oficial, como los pobres de Lombardía, continuadores de los humiliati o arnaldistas, seguidores de Arnaldo de Brescia, y posiblemente petrobrusianos, seguidores de Pedro de Bruys y enricianos, de Enrique de Lausana.

Valdo y sus asociados continuaron predicando pese a la amenaza de excomunión y persecución. Así, el papa Lucio III los excomulgó en 1184 y el obispo de Lyon los expulsó de la diócesis.

El edicto de excomunión, que se extendió contra ellos en el año 1181, les obligó a salir de Lyon, lo que fue beneficioso para su causa. Pedro Valdo llegó hasta Polonia en la misma frontera de Rusia, donde murió en 1217 después de cincuenta y siete años de predicación de las doctrinas valdenses.

La secta valdense hacía una interpretación literal de la Biblia y sus seguidores se distinguían por el deseo de vivir una pobreza absoluta. En la actualidad la Iglesia Valdense, que tiene una importante presencia en Italia, pertenece a la Reforma que surgió con Lutero, aunque nació 350 años antes de ella.

Como un movimiento que nació en la cristiandad medieval en Francia, cuyo fundador vivió una generación antes de San Francisco de Asís, comparte con él el amor a la pobreza y la opción de vida evangélica. Aprobados inicialmente por el Papa, rechazaron poco después la prohibición de predicar sin autorización eclesiástica en cuanto laicos, y por ello fueron excomulgados en 1184. Desde entonces se aislaron y sufrieron la marginación.

En 1532, se unieron a la Reforma suiza y constituyeron una Iglesia reformada.

Su fe coincide actualmente con la confesión de fe de Calvino. Sus diferencias con la Iglesia católica tienen su raíz en la posición inicial de Valdo --hay que obedecer antes a Dios que a los hombres-- referida a la Iglesia y a su autoridad. La palabra de Dios para los valdenses es la única fuente de revelación, sin mediaciones eclesiásticas.

Sin embargo, no discuten ni la Trinidad o el misterio de Cristo, ni la fe y el bautismo como medios de salvación y menos la centralidad de la Santa Cena, querida por Cristo como medio de comunión real con Él y entre los hermanos. Lo que sí debaten actualmente con la Iglesia católica es su papel en la salvación, la identidad y la función de sus pastores y ministros. La posición ecuménica de los valdenses está encaminada a «reconciliar las diversidades», a través de la intercomunión, que quiere decir participación de todos los bautizados, según las tradiciones de las propias iglesias, a la Mesa del Señor.

El diálogo entre católicos y valdenses es algo señalado como conveniente por ambas iglesias, sobre todo si se tiene en cuenta que Italia es el país donde perdura esta confesión desde su remoto nacimiento medieval y es la única confesión protestante por así decir autóctona. Se podría decir que estamos «condenados a entendernos» --dicen los valdenses--. En Italia son unos 30.000 y su presencia más fuerte, naturalmente, es el Piamonte, región fronteriza con el resto de Europa.

La organización de la Iglesia valdense sigue un modelo presbiteriano-sinodal. La dirección de las comunidades está confiada no a los obispos sino a consejos de presbíteros elegidos por los fieles. Desde 1975, han unido a la Iglesia Evangélica Metodista de Italia que cuenta con unos 5.000 miembros. La colaboración entre estas dos iglesias se traduce en una estructura administrativa común, llamada Mesa Valdense.

Discrepancias con la Iglesia Católica durante el Jubileo
Hay un punto que, en los últimos meses, ha creado un problema entre valdenses y católicos: el tema de las indulgencias. Una asignatura pendiente en el camino hacia la comprensión mutua. Otros escollos se derivan de un artículo del «Enchiridion Indulgentiarum» que prevé la posibilidad, para los católicos que participen en celebraciones de la semana para la Unidad de los Cristianos, de recibir el don de la
indulgencia plenaria.

Una interpretación que ha suscitado la protesta, tanto del moderador de la Mesa Valdense Gianni Rostan como del presidente de la Obra de las Iglesias Metodistas en Italia Valdo Benecchi y del Consistorio de la Iglesia Evangélica Luterana. Sin embargo agradecen la puntualización del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos. En una carta, ha aclarado que «los servicios religiosos durante la Semana, así como todos los demás servicios ecuménicos que se están preparando y celebrando junto a cristianos de diversas confesiones, no tienen relación con la práctica de las indulgencias». «Una aclaración, un gesto que he apreciado mucho --comenta el pastor Paolo Ricca, profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad Valdense de Teología de Roma--, porque satisface un elemento esencial del diálogo ecuménico: la escucha del otro. Aunque permanece nuestra objeción de fondo a la práctica de la indulgencia que, según nosotros, evangélicos, hace sombra a la perfecta y total gratuidad del perdón, la Gracia de Dios».

«No es sólo la cuestión de las indulgencias la que crea malestar --indica el pastor Ricca--. El Jubileo está muy centrado en Roma, demasiado ligado a la imagen de la peregrinación hacia el corazón del catolicismo. Una postura que contrasta con nuestra visión de Iglesia y que nos parece excesivamente subrayado respecto a los contenidos fundamentales de la fe».

«De todas maneras --añade el pastor Ricca-- nuestro último Sínodo, en agosto de 1999, dio a cada una de las comunidades la facultad de moverse libremente según las situaciones locales. También en el mundo católico existen matices diferentes de participación en el Jubileo».

Matrimonios mixtos
Una «Iglesia doméstica» unida podría considerarse como la antesala de la comunión entre las iglesias. Esta es la idea principal que subyace en el texto que se aplicará en los matrimonios mixtos entre católicos y valdenses-metodistas. Una comisión compuesta por representantes de las diversas confesiones lo acaba de redactar hace pocos días. El documento, que espera la confirmación de la Conferencia Episcopal Italiana y la Mesa Valdense, es le fruto de un largo trabajo, iniciado en 1989, que testimonia cómo a pesar de las dificultades sobre puntos concretos, la peregrinación ecuménica no se detiene.

Católicos y valdenses-metodistas habían firmado ya un texto común sobre este argumento en 1997. Sobre aquella base, se ha tratado de construir una pastoral común. Además de ofrecer una interpretación ecuménica de los cánones jurídicos, la Comisión afronta también temas como la preparación al matrimonio, su celebración litúrgica, el bautismo y la educación de los hijos y el compromiso de las dos comunidades al respecto.

Los Valdenses por nuestros pagos.

El centro administrativo de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata se encuentra en la localidad de Colonia Valdense, en el departamento de Colonia, República Oriental del Uruguay, ubicada a 121 km de Montevideo y a 57 de Colonia del Sacramento.

Las primeras familias valdenses llegaron al Uruguay en 1856, donde establecieron una colonia agrícola en la zona denominada del Rosario Oriental. Enseguida se expandieron por el litoral Uruguayo y por la República Argentina, en la región sur de la provincia de La Pampa en la localidad de Jacinto Arauz, lugar al que llegaron alrededor de 1901, y al centro de la provincia de Santa Fe y norte de la provincia de Entre Ríos. Fue característico en los lugares donde se asentaron, la preocupación por la construcción de un espacio de culto y de un espacio para la formación escolar, además de la marcada vocación agrícola.

Entre los años 40 y 60, surgen comunidades valdenses urbanas, en ciudades grandes como Buenos Aires y Montevideo, así como en capitales departamentales como Paysandú o Reconquista, al norte de la provincia de Santa Fe. En 1969, la Iglesia de esta última ciudad, estableció en el Barrio Nuevo un lugar de reunión y lectura de la Biblia, que por las necesidades se transformó en un comedor comunitario para sábados y domingos, para 500 familias pobres. La actividad misionera ha llevado a la incorporación de nuevas personas a la vida de fe de la Iglesia.

Actualmente la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata está compuesta por unas quince congregaciones en Uruguay y diez en Argentina, con unos 3000 miembros activos.




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