De Espadas y Dragones: el San Jorge de Cataluña.



La espada de Vilardell es una de las espadas de virtud o folklóricas más famosas de Cataluña, tal y como refleja Martín de Riquer en su libro Leyendas históricas catalanas. Es tal vez la leyenda más potente del imaginario catalán, equivalente a la famosa espada Excalibur de la leyenda del Rey Arturo.

Aunque la leyenda del dragón de Vilardell tiene unos orígenes mucho más antiguos, procedentes de la tradición oral, la primera noticia escrita que confirma su existencia data del siglo XIV: según las fuentes, la espada real es el «espada Vilardell» que se conserva en el Museo de la Armée en París, según otras fuentes se trata de la espada dicho «Tisó» en el Museo del ejército de Toledo. Esta espada tiene una historia gloriosa debida al mito que haría invencible su poseedor y está vinculada a la dinastía condal catalana. La primera mención histórica de la espada, es en una sentencia de Jaume I, en 1274, sobre un duelo que había tenido poco antes entre Bernat de Centelles y Bernat de Cabrera.

Dice la leyenda que , hace mucho tiempo, por los entornos del Montnegre, cerca de Sant Celoni había un dragón feroz que tenía atemorizada a toda la comarca, y muchos viajeros que pasaban por el camino real, haciendo vía entre Barcelona y Girona, morían a sus zarpas. Algunos celonines valientes se habían juntado para eliminar a la bestia y solucionar el problema, pero eran ellos, pobres ilusos, los que acababan como alimento del dragón.

En los alrededores de Sant Celoni, en Vilardell, había un pequeño castillo, y su señor se llamaba Soler. Un día un mendigo llamó a su casa y pidió limosna. Soler, que era un hombre bueno, entró a buscar pan para darle alimento y cuando salió ya no encontró al pobre. En su lugar había una espada maravillosa. Soler se sorprendió por este hecho extraordinario y se afanó en probar la espada. Dio un golpe a un roble centenario y se partió como si fuera queso, y cuando golpeó una gran roca también se rompió sin ningún esfuerzo. El caballero entendió enseguida que aquella era una espada de virtud y que le había sido entregada con un objetivo: matar al dragón. Una vez tomada la determinación de enfrentarse al monstruo, se encomendó a Dios y salió a encontrar a la bestia protegido con un escudo, una armadura reluciente y la espada de virtud. Cuando fue ante el dragón, éste se asustó al verse reflejado en la armadura y el escudo, que brillaban como espejos. El dragón no había visto nunca su propia imagen, terrible y feroz. Aprovechando este momento de desconcierto, Soler de Vilardell levantó la espada y le cortó el cuello con un solo golpe.

Contento por haberlo podido matar, fue a encontrarse con la gente de Sant Celoni, que lo esperaban con ansia en el portal de la fuerza. Entonces, levantando la espada empapada en sangre proclamó:

“Brazo de virtud,
Espada de caballero,
Has partido la roca
Y el dragón también.”

Con los nervios, Soler de Vilardell dijo mal el conjuro y dio más importancia a su brazo que a la espada de virtud, que era la que había derrotado al dragón. Entonces la sangre que caía de la espada le toco la piel y lo envenenó, causándole la muerte. Las palabras que tenía que haber dicho eran:

“Espada de virtud,
Brazo de caballero,
Has partido la roca
Y el dragón también”

El cuento tiene un final agridulce, puesto que acaba con la muerte de los dos protagonistas, pero es un bello alegato contra el orgullo y la soberbia.



LA ESPADA DE SOLER DE VILARDELL
Esta espada existió de verdad y en la actualidad, por su importancia y transcendencia, se conserva en el museo militar de Paris. Es una espada de virtud que hacía invencible a su poseedor. La magia de las espadas sagradas era reconocida y temida por los adversarios. Esta espada tiene una historia gloriosa vinculada a la dinastía condal catalana. Hay quien incluso la relaciona con el legendario Otger Cataló, que la transmite a Guifré el Pilós y a sus descendentes, hasta Jaume II el Desafortunado.
Pere, hijo de Jaume I y conocido posteriormente como Pere el Ceremonioso, hacía tiempo que quería la espada, habiendo incluso ofrecido por ella cuatro sueldos barceloneses sin que el propietario la quisiera vender; posteriormente es posible que la consiguiera ya cuatro meses después de su muerte, su hijo Alfons el Benigno, pagaba a Berenguer de Vilardell los dos-mil treinta sueldos barceloneses que todavía faltaban para pagar la espada. Reinando Jaume II su hijo Alfons, futuro Alfons el Magnánimo, la empuñaba en la victoria de Batalla de Lucocisterna.

Los cátaros no dejaban nada al azar; incluso sus nombres tienen un
significado que les identifica entre sí. Por ejemplo, Gérard de Sède alude a la
costumbre, dentro de la casa de Foix, de ponerse nombres «solares»: entre
otros, Rai-mundo (Rey del Mundo, o bien Rayo del Mundo), Atón, Febo, o bien
Esclar-Monda (Luz del Mundo). En Cataluña, esta costumbre dio origen a la
leyenda de Soler de Vilardell, el héroe solar (de ahí Soler) de espada milagrosa
que, como Hércules, el Arcángel Miguel o san Jorge, mató al Dragón de Sant
Celoni.

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