Florencio Fernández, “El Drácula Argentino”
La escalofriante historia ocurrió en Tucumán. Por los hechos, el hombre que por entonces tenía 25 años, fue bautizado como el “Vampiro Argentino”. En la nota te contamos su historia.
Corría el año 1935 en la pobre localidad de Monteros, provincia de Tucumán. El protagonista de esta historia es un hombre quien perpetró, en esa ciudad de manera alevosa e increíble, una de las historias de terror más conocidas en Argentina.
Según cuentan las crónicas de la época Florencio Fernández, nacido en el año 1935 en un entorno de máxima pobreza e indigencia, sufrió una infancia muy complicada. Por sus extraños comportamientos, su familia buscó como pudo asistencia profesional y los médicos le diagnosticaron “esquizofrenia”.
A raíz de esto, y como la familia no podía costear el tratamiento, lo abandonó a su suerte en las calles del pueblo. Por este lamentable hecho, Florencio tuvo que revolver basura para comer y mendigar todo tipo de cosas vitales para su supervivencia.
Debido a esta situación y a su problema mental, era tratado por los habitantes de Monteros como “el loco del pueblo”. Algunos afirman que Florencio, con 17 años, se filtraba por sobre las paredes y techos del cine local para ver una película de Drácula “Bela Lugosi”, que se reproducía en esa época, y que llamaba poderosamente su atención.
Según contaban los vecinos de la época, el jovencito empezó a tener alucinaciones y se comportaba y exclamaba que él era un vampiro. A esto se sumó un curioso diagnostico que los médicos le dieron a Florencio: Fotofobia. Recordemos que esta enfermedad es la intolerancia anormal a la luz (por la molestia o dolor que produce) originada principalmente por enfermedades oculares pero que también aparece como síntoma de algunas afecciones neurológicas.
Las investigaciones policiales de la época dan cuenta que, en marzo de 1953, poco antes de cumplir 20 años, Florencio comenzó a seguir de cerca a una mujer que habitaba el pueblo. Fue así como durante una noche de verano y aprovechando que la mujer había dejado abierta una de las ventanas de su habitación mientras dormía, ingresó a la misma y la golpeó duramente con un palo.
Una vez que la víctima quedó inconsciente, por el golpe, Florencio le mordió el cuello y escapó. La mujer lamentablemente falleció desangrada.
Cuenta la leyenda que un mes después, una segunda mujer fue víctima de Florencio. En este caso a los policías les llamó la atención encontrar en la escena del crimen un martillo, otra vez un palo partido y a la víctima muerta como consecuencia de la partición de su tráquea a mordiscos.
Fue así como entre los años 1953 y 1960, según afirman los testimonios policiales, quince mujeres fueron asesinadas a mordiscones por “El vampiro de la ventana”. A raíz de estos hechos, la tranquila localidad de Monteros se convirtió en el centro de atención de todo el país por la aparición del “El vampiro Argentino”.
Las pesquisas realizadas por la policía determinaron que las casas de todas las víctimas, todas mujeres, se encontraban muy cerca de la cueva en la que vivía Florencio Fernández y de la cual salía solo en las noches a causa de su fotofobia.
El trabajo policial tuvo resultado positivo un 14 de febrero de 1960 cuando Florencio, que por entonces tenía 25 años, intentó matar (sin éxito) a su 16° victima. Al no lograrlo, el “Vampiro Argentino fue atrapado (mientras intentaba volver a su cueva) por un detective que lo vió, lo siguió y, al descubrir su escondite, avisó a la policía.
Florencio confesó sus crímenes, pero fue declarado inimputable y llevado al Hospital Psiquiátrico de San Miguel de Tucumán.
Según los registros del hospital, Florencio falleció de causas naturales 8 años después y no hay registros de su defunción ni donde fue sepultado.
Corría el año 1935 en la pobre localidad de Monteros, provincia de Tucumán. El protagonista de esta historia es un hombre quien perpetró, en esa ciudad de manera alevosa e increíble, una de las historias de terror más conocidas en Argentina.
Según cuentan las crónicas de la época Florencio Fernández, nacido en el año 1935 en un entorno de máxima pobreza e indigencia, sufrió una infancia muy complicada. Por sus extraños comportamientos, su familia buscó como pudo asistencia profesional y los médicos le diagnosticaron “esquizofrenia”.
A raíz de esto, y como la familia no podía costear el tratamiento, lo abandonó a su suerte en las calles del pueblo. Por este lamentable hecho, Florencio tuvo que revolver basura para comer y mendigar todo tipo de cosas vitales para su supervivencia.
Debido a esta situación y a su problema mental, era tratado por los habitantes de Monteros como “el loco del pueblo”. Algunos afirman que Florencio, con 17 años, se filtraba por sobre las paredes y techos del cine local para ver una película de Drácula “Bela Lugosi”, que se reproducía en esa época, y que llamaba poderosamente su atención.
Según contaban los vecinos de la época, el jovencito empezó a tener alucinaciones y se comportaba y exclamaba que él era un vampiro. A esto se sumó un curioso diagnostico que los médicos le dieron a Florencio: Fotofobia. Recordemos que esta enfermedad es la intolerancia anormal a la luz (por la molestia o dolor que produce) originada principalmente por enfermedades oculares pero que también aparece como síntoma de algunas afecciones neurológicas.
Las investigaciones policiales de la época dan cuenta que, en marzo de 1953, poco antes de cumplir 20 años, Florencio comenzó a seguir de cerca a una mujer que habitaba el pueblo. Fue así como durante una noche de verano y aprovechando que la mujer había dejado abierta una de las ventanas de su habitación mientras dormía, ingresó a la misma y la golpeó duramente con un palo.
Una vez que la víctima quedó inconsciente, por el golpe, Florencio le mordió el cuello y escapó. La mujer lamentablemente falleció desangrada.
Cuenta la leyenda que un mes después, una segunda mujer fue víctima de Florencio. En este caso a los policías les llamó la atención encontrar en la escena del crimen un martillo, otra vez un palo partido y a la víctima muerta como consecuencia de la partición de su tráquea a mordiscos.
Fue así como entre los años 1953 y 1960, según afirman los testimonios policiales, quince mujeres fueron asesinadas a mordiscones por “El vampiro de la ventana”. A raíz de estos hechos, la tranquila localidad de Monteros se convirtió en el centro de atención de todo el país por la aparición del “El vampiro Argentino”.
Las pesquisas realizadas por la policía determinaron que las casas de todas las víctimas, todas mujeres, se encontraban muy cerca de la cueva en la que vivía Florencio Fernández y de la cual salía solo en las noches a causa de su fotofobia.
El trabajo policial tuvo resultado positivo un 14 de febrero de 1960 cuando Florencio, que por entonces tenía 25 años, intentó matar (sin éxito) a su 16° victima. Al no lograrlo, el “Vampiro Argentino fue atrapado (mientras intentaba volver a su cueva) por un detective que lo vió, lo siguió y, al descubrir su escondite, avisó a la policía.
Florencio confesó sus crímenes, pero fue declarado inimputable y llevado al Hospital Psiquiátrico de San Miguel de Tucumán.
Según los registros del hospital, Florencio falleció de causas naturales 8 años después y no hay registros de su defunción ni donde fue sepultado.
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