La trágica historia de la Bruja Catalina... una bruja que hablaba con los animales...

Hace ya cuatro siglos, en la Ciudad de Talavera, residía una conocida hechicera llamada Catalina Sánchez. Catalina Sánchez era capaz de conectar con seres infernales y de echar las suertes con naipes y otras artes oscuras. Cuenta la leyenda que sus rituales oscuros se realizaban al lado de la Iglesia de San Andrés y muchos nobles y personas influyentes recurrían a ella para diversos casos, entre ellos para contactar con los muertos. Catalina solía ir a misa de siete, pero sus fines no eran piadosos, su objetivo era otro muy diferente, acudía a la celebración para conseguir agua bendita que luego utilizaría en sus rituales nocturnos. Fueron muchos los testigos que ratificaron las artes oscuras de Catalina ante el tribunal de la Inquisición, entre ellas, una supuesta amiga de la bruja que describió con detalles el ritual que seguía. Todo comenzaba al anochecer, Catalina se acercaba hasta la Iglesia de San Andrés y colocaba, en cada una de sus esquinas, ochavos o monedas. Cuando ya había anochecido con el agua bendita robada por la mañana, hacia un círculo y se introducía en él, después rodeaba el círculo de velas negras y repetía oraciones a Santa Marta. A continuación comenzaban a acercarse hasta el círculo iluminado diversos animales, lobos, cerdos o incluso perros con las monedas en sus bocas. Las bestias no podían atravesar el círculo de agua bendita y se dejaban interrogar por la bruja. Una vez obtenida la información, Catalina se despedía de las bestias, de nuevo con oraciones a Santa Marta. La pena que le impuso la Inquisición fueron 100 latigazos y el destierro de la bruja, para la sorpresa del pueblo que esperaba la hoguera para ella...
Otras tradiciones señalan que la bruja de San Andrés es una de las muchas que jalonan la historia terrorífica de nuestra ciudad. Catalina era una mujer, de la que todos decían que tenía poderes y a la que acudían los que necesitaban algún remedio, pues tenía fama de hablar con el demonio. El procedimiento era sencillo. A las tres de la madrugada, hora demoniaca por ser la opuesta a las tres de la tarde, la hora que murió Jesús, con agua bendita creaba un circulo de seguridad y tras repartir monedas por los rincones de la iglesia, convocaba al demonio, que solía presentarse en forma de lobos monstruosos, cerdos u otras bestias, que se acercaban al círculo llevando en sus fauces babeantes las monedas de su paga. Segura dentro del círculo, Catalina interrogaba alas bestias infernales, que le contaban todo lo que quería saber. Cuando el interrogatorio terminaba, rezaba oraciones a Santa Marta y los seres demoniacos desaparecían. Catalina Sánchez fue juzgada en Toledo acusada de brujería por la inquisición y condenada, en contra de la opinión popular que quería que la quemasen, a cien azotes y el destierro. Se dice que siguió ejerciendo sus malas artes por los bosques de la comarca. ¿Es cierto o falso? No sabemos a ciencia cierta, si estos rituales se llevarían a cabo o no, lo que sí es cierto es que cuando se realizó la restauración del interior de la iglesia, se dice que en la tumba de los Carvajales, estaban todos los huesos mezclados, como si alguna fuerza los hubiera movido.

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