Los nuevos maniqueos. Cátaros: 2º parte (Visión dede el Catolicismo Romano)



“Historia de los nuevos Maniqueos, llamados los herejes de Tolosa y Albi”

1.- Es necesario saber bien lo que eran los Maniqueos. Toda su teología giraba sobre la cuestión del origen del mal; lo veían en el mundo y querían hallar su origen. Dios no podía serlo, porque es infinitamente bueno; era necesario, pues, decían ellos, reconocer otro príncipe que, siendo malo por naturaleza, fuese la causa y origen del mal; de aquí nació su error. Dos primeros principios, uno del bien, y otro del mal, enemigos por consiguiente, y de una naturaleza contraria, que habían combatido y se habían enredado uno con otro, habían derramado, el uno el bien, y el otro el mal en el mundo; el uno la luz, y el otro las tinieblas. Y así en todo lo demás, porque no tengo necesidad de recorrer aquí todas las extravagancias impías de esta abominable secta, que procedía del paganismo, y cuyos principios se divisaban hasta en Platón. Reinaba entre los persas y Plutarco nos trasmitió los nombres que daban al principio bueno y al principio malo. Manés, persa de nación, trató de introducir esta monstruosidad en la religión cristiana bajo el imperio de Aureliano, es decir, a fines del siglo III. Marción había aparecido ya algunos años antes, y su secta, dividida en muchas ramas, había preparado el camino a las impiedades y desvaríos que Manés añadió a su doctrina.

2.- Por lo demás, las consecuencias que estos herejes deducían de su doctrina no eran menos absurdas ni menos impías que el principio en el que se asentaban. El Antiguo Testamento no era más que una fábula, o en todo caso obra del mal principio; el misterio de la Encarnación una ilusión, y la carne de Jesucristo un fantasma, porque siendo la carne hechura del mal principio, Jesucristo, que era el Hijo del Dios bueno, no podía haberla tomado realmente. Como nuestros cuerpos venían del principio malo, y nuestras almas del bueno, o más bien eran su misma sustancia, no era lícito tener hijos, ni aunar la sustancia del buen principio con la del malo; de modo que el matrimonio, o más bien la procreación de los hijos, estaba prohibida. La carne de los animales, y todo lo que sale de ellos, era también obra del malo, y lo mismo el vino. Véase aquí, pues, a estos hombres manifiestamente engañados por los demonios, y de quienes decía S. Pablo que “en los últimos tiempos debían prohibir el matrimonio y reprobar como inmundas las viandas que Dios había criado”, (I Tim, 4, 3).

3.- Estos desgraciados, que sólo se proponían engañar al mundo con apariencias, querían autorizarse con el ejemplo de la Iglesia Católica, en la que era tan grande el número de los que se privaban del uso del matrimonio por la profesión de la continencia, y en la que los fieles se abstenían de ciertos manjares, o siempre, como lo hacían muchos solitarios a ejemplo de Daniel, o en ciertos tiempos del año, como en tiempo de Cuaresma. Pero los santos Padres respondían que había mucha diferencia entre los que reprobaban la procreación de los hijos, como expresamente hacían los Maniqueos, y los que preferían la continencia a imitación del Apóstol, y con el mismo Jesucristo, y que no tenían por lícito volver atrás después de haber hecho profesión de una vida más perfecta, ( Lc. 9, 62). Una cosa era abstenerse de ciertas viandas, o para significar algún misterio, como en el Antiguo Testamento, o para mortificar los sentidos, como se continúa haciendo también en el Nuevo, y otra cosa era condenarlas como impuras y malas, como hacían los Maniqueos, pues no eran, según ellos, la obra de Dios, sino del mal principio. Y los Padres observaban que el Apóstol contradecía este último pensamiento, que era el de los Maniqueos, por estas palabras: “Toda criatura de Dios es buena”, (I Tim. 4, 4); y también por estas otras : “No se debe desechar nada de lo que Dios ha criado” ; y por eso decían que nadie debe admirarse de que el Espíritu Santo advirtiese tan anticipadamente a los fieles de tan grande abominación por boca de San Pablo.

4.- Otro de los caracteres que el demonio había inspirado a los Maniqueos era una fuerza tan prodigiosa para seducir, que el mismo S. Agustín, un talento tan superior, fue preso en sus redes, permaneciendo con ellos por espacio de nueve años, siendo muy celoso a favor de aquella secta. Se observa también que era una de las sectas que con más dificultas se abandonaban, porque engañaba a la gente sencilla con prestigios e ilusiones inauditas. Sabían ocultar lo más detestable que había en su secta con un artificio tan profundo que, no solamente los que no estaban en ella, sino aun los que estaban, tardaban mucho tiempo en saberlo. Bajo el hermoso velo de su continencia ocultaban unas impurezas que formaban parte de sus misterios y que el pudor impide nombrar.

Había entre ellos muchos grados : Los que llamaban oyentes, ignoraban el fondo de la secta, y los “escogidos”, es decir, los que sabían todo el misterio, ocultaban cuidadosamente el abominable secreto hasta haber preparado a los adeptos por diversos grados. Hacían ostentación de la abstinencia y aparentaban una vida, no solamente honesta, sino también mortificada. Esto formaba parte de la seducción, llegar como por grados a lo que se creía más perfecto, porque estaba oculto. Los cátaros se llamaban Electos en tiempos de San Agustín.

5.- Se descubre en esta secta con cuánta razón inspiró el Espíritu Santo a San Pablo esta profecía : “El Espíritu dice expresamente que en los últimos tiempos apostatarán algunos de la fe, siguiendo al espíritu del error y a doctrinas de demonios, que enseñarán la mentira con hipocresía y cuya conciencia está cauterizada, que prohibirán casarse y obligarán a abstenerse de las viandas que Dios ha criado, para que con acción de gracias, se aprovechen de ellas los fieles; nada se debe desechar de lo que se come con acción de gracias, porque se santifica por la palabra de Dios y por la oración“.

Tampoco debe causar admiración que el Espíritu Santo quisiese anunciar esta herejía con tanta exactitud, pues, ésta era, más que todas las otras, el error de los últimos tiempos, ya los tomemos según el estilo de la Escritura, como todos los tiempos de la ley Nueva, o ya por el fin de todos los siglos. Por todas partes se halla la semilla de esta doctrina; se encuentra en Taciano, que reprobaba el vino y el matrimonio, y que en su “Concordancia de los Evangelios” había borrado todos los pasajes en que se dice que Jesucristo salió de la sangre y estirpe de David. Otras cien sectas infames habían hablado contra el Dios de los judíos aun antes de Manés y Marción; y sabemos por Teodoreto que este último no había hecho más que dar otro giro a las impiedades de Simón Mago. Así, este error empezó desde el origen mismo del Cristianismo, este era el verdadero “misterio de iniquidad” que comenzaba en tiempos de San Pablo.

6.- Pero el Espíritu Santo, previendo que aquella peste había de manifestarse algún día más a las claras, hizo que la anunciase este Apóstol con una precisión y una evidencia que llenan de admiración. Manés y Marción hicieron más patente este misterio de iniquidad; nunca hubo un error que perturbase más a la Iglesia, ni que extendiese sus ramas tan allá en el tiempo.

Todos los Padres convienen en que aquí se trata de la impía secta de los Marcionitas y de los Maniqueos, que atribuían al principio malo la creación del universo, por cuya razón detestaban la propagación del género humano, así como el uso de muchos alimentos, que tenían por inmundos y malos por naturaleza como provenientes de un criador que era en sí mismo impuro y malo. San Pablo, para combatir estos errores que prohibían el uso de dos cosas tan naturales, dice que “todo lo que Dios ha criado es bueno”, destruyendo con esta verdad la detestable doctrina de los que hallan impurezas en la obra de Dios, demostrando también que la raíz del mal estaba en no conocer la Creación, blasfemando del Criador. Las llama también “doctrinas de demonios” más particularmente que a todas las demás doctrinas erróneas, porque nada es más propio de la envidia que tienen aquellos malignos y seductores espíritus a Dios y a los hombres, que desacreditar la Creación, condenar las obras de Dios, blasfemar contra el autor de la Ley y contra la Ley misma, y manchar la naturaleza humana con todo género de impurezas y engaños. Porque esto es lo que sucedía en el Maniqueísmo, que es una verdadera doctrina de demonios.

7.- Pero cuando por la eminente doctrina de San Agustín, y por los cuidados de San León y de San Gelasio, se extinguió en todo el Occidente, y en la misma Roma, donde había intentado establecerse, se vió por fin llegar el término fatal del “desencadenamiento de Satanás”. “Mil años” después que “este fuerte armado fue atado” por Jesucristo, que había venido al mundo, se despierta más que nunca el espíritu del error, y los restos del Maniqueísmo que se habían conservado en el Oriente, vuelven a invadir la Iglesia latina. ¿Quién nos impide considerar a estos desgraciados tiempos, sin perjuicio de otra significación más misteriosa, como uno de los términos del desencadenamiento de Satanás? Si para que se cumpla la profecía sólo se necesita que aparezcan Gog y Magog, hallaremos en la Armenia, cerca de Samosata, la provincia llamada Gogarena, donde moraban los Paulicianos y hallaremos a Gog en los escitas. De allí han venido esos innumerables enemigos “de la ciudad santa”, que invadieron primeramente Italia. El mal cundió en un instante hasta las extremidades del Norte, y el fuego se extendió casi por toda la tierra. Se descubre del todo el veneno que estaba oculto en esta peste ; con el Maniqueísmo levanta la cabeza el Arrianismo y todas las herejías bajo cien nombres extraños y nunca oídos.

Apenas se pudo apagar este incendio en trescientos o cuatrocientos años, pero no por eso se ha acabado el mal. Satanás había introducido en la impía secta materia propia para renovar el incendio. Satanás ya no tiene necesidad del Maniqueísmo; se ha propagado ya el odio contra la Iglesia, la deleznable secta ha dejado una descendencia semejante a ella, y un principio muy fecundo de cisma. No importa que los herejes no profesen la misma doctrina que los Maniqueos; basta el encono que les domina y los reúne a todos contra la Iglesia...

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