El misterio del ‘Monasterio del Diablo’

Allá donde mora el Demonio (Agradecemos la gentileza del sitio www.elcorreoweb.es/sevilla/el-misterio-del-monasterio-del-diablo-AF1043604 y al autor del mismo por su generoso aporte)
A unos 40 kilómetros de Sevilla, en la localidad de Carmona, se alza desde lo alto de un promontorio, dominando un otrora extenso páramo, un viejo y semiderruido edificio... De tétrico aspecto y amplias dimensiones lleva consigo una demoniaca leyenda... Estamos hablando del llamado Monasterio del Diablo o Monasterio Maldito, un lugar en el que, según dicen algunos, habita el mismísimo Diablo. Habría que sumergirse en la historia de este lugar para comenzar a comprobar que su justificada fama se extiende en la profundidad del tiempo, una historia apasionante y, a la vez, escalofriante... Jordi Fernández es una de las personas que más y mejor ha investigado esta historia y cuyas pesquisas nos llevan a desentrañar los primeros misterios del viejo y mítico edificio. El que hoy conocemos como Monasterio Maldito o Monasterio del Diablo, realmente se llama Huerta de los Frailes. Pero en el siglo XVII fue bautizado como Huerta de San José. Varios nombres para describir un gran convento en el que el misterio y la leyenda se funden a los ojos del investigador que intenta rellenar su cuaderno de campo junto a aquellos muros. Fue hacia el año 1620 cuando se fundó en esta vasta extensión de terreno un monasterio de franciscanos–dominicos para el internado e iniciación del noviciado. Algo que realmente al investigador no puede dejarle indiferente es el hecho de que en la bibliografía auténtica de la noble ciudad de Carmona no exista ningún documento existente adherible a la historiografía de este convento. Es como si el tiempo hubiese intentado borrar sus huellas para tapar algún momento pavoroso del pasado. Solamente poseemos dos documentos que acrediten la existencia física e histórica del convento. Uno nos habla de una donación, en forma de alimentos, que hizo el ayuntamiento para intentar que los monjes no se muriesen de hambre. El segundo de estos documentos –tan falso como una moneda de tres euros– se decía que se podía encontrar en el archivo histórico del ayuntamiento de la ciudad carmonense, y quizás, pese a ser el más extenso de los dos, sea el más misterioso... En dicho archivo histórico (concretamente en el Bloque 10, 20, IN Suparan, 203, 210 - extenso, legajo 120; cámara 8), nos topamos con un dudoso documento y estremecedor que dice así:
De una parte, José Díaz de Alarcón, escribano; y por otra, Juan Rodrigo Perea, fraile dominico, en unión con alguaciles y demás fuerzas públicas y religiosas, nos narra así los hechos ocurridos: «Yo, señores, me hice fraile dominico en el convento de San José, donde entré al noviciado hace ya tres años poco más. En la mañana del 20 de noviembre de este año de nuestro señor (1680) entró, por parte de Cantillana, un aspirante al noviciado que dijo llamarse según recuerdo don Jaime Malvidas y que fue aceptado con plena satisfacción por parte del prior y demás. Este hombre era alto, de cejas muy pobladas, de nariz aguileña, y su cara era tan fina como la de una espada. Nunca le vi en compañía de otros en la huerta o en la capilla, por lo que nos extrañó... Yo, señores, no sé cómo ocurrió, que en la mañana del 2 de noviembre del susodicho año, cuando desperté, no encontré la puerta de mi celda abierta como era la costumbre (pues como ustedes saben todas las noches nos echan llave y cerrojo), y creyendo que era aún muy temprano, me entregué a profundas meditaciones. Después de esperar mucho rato, sentí por fin unos pasos débiles que provenían del pasillo y que venían a morir justo en la puerta de mi celda. La puerta, de un suave golpe, quedó abierta; pero cuánta fue mi sorpresa, cuando pude comprobar que detrás de ésta no había nadie... Entonces fue cuando pensé que quizá la misa primera ya hubiese empezado, y me hubiese quedado dormido y castigado, pero al ver que las puertas de las celdas de mis compañeros estaban abiertas de par en par, quédeme pensativo un momento, para después salir corriendo hacia la capilla. Cuando llegué a ésta, no vi a nadie, y entróme un calor desde la garganta hasta el pecho, cuando oí unos lamentos a media voz que al parecer provenían de la cocina que estaba al lado de la capilla... Cuando llegué a la cocina, los quejidos se oían más fuertes dentro de mí, que pensé que era yo mismo el que los producía. Pero pronto me di cuenta que el lugar de su procedencia era el sótano y sin poderlo remediar, me vi no sé cómo bajando sus empinados escalones. Y maldita sea, señores, maldita sea el momento en el que entré en aquella habitación, pues al entrar encontré al padre prior y a los demás frailes colgados de los ganchos donde solíamos colgar los cerdos, jamones y chorizos. Yo, señores, al ver aquel marco infernal y sangriento, comencé a ver unos seres pequeños, que apiñados alrededor de los cuerpos muertos, comían sus carnes. En aquel momento sentí un desmayo pasajero, y pude ver, señores, cómo los seres que antes os había hablado se reunían en uno solo, de aspecto repugnante. Mirándome, me dijo estas palabras: «Te dejo vivir, para que proclamaras mi venida al mundo». Entonces, un fuego comenzó a propagarse por el sótano.... No pude mover músculo alguno, para moverme y salir corriendo, y cuando pude hacerlo, la misma voz que referí anteriormente, me volvió a decir: «Ve y di que Satán está aquí...». Esto es sólo una parte de este terrorífico documento que nos habla de demonios, de seres extraños y de terribles asesinatos en el interior del edificio. Pero que es producto de la imaginación calenturienta de alguien que se inventó el texto, pero no por ello el caso pierde su vigencia o su actualidad misteriosa... Otra parte atrayente de este documento es la que relata el alguacil Alonso Sanz de Heredia, que en su relato nos habla del momento del enterramiento de los monjes asesinados y explica referente a un hecho insólito y no menos estremecedor. Cuenta que en el momento del enterramiento, realizado en los terrenos del sótano, y delante de muchos paisanos de Carmona, fueron testigos de «un sobrenatural fenómeno». Este consistió en un oscurecimiento del cielo, y entre dos columnas de fuego, la visión de un rostro horrible en forma de alimaña. Más tarde, en un fulminante rayo, descendió una blanca luz y de ésta bajó un ser en forma más humana. Comenta que todo el mundo salió despavorido. Otra parte extraña de este mismo relato es la de un intento de exorcismo por parte del pueblo en el cual cayeron muchas más víctimas de manos del mismísimo diablo. Después de aquellos hechos se mandó sembrar con sal el lugar para alejar al demonio y desposeer de todo mal aquel lugar sagrado. El documento es tan impresionante como dudosa su veracidad... Por una bula papal, se ordenó a la ciudad de Carmona que durante dos años fuesen dadas misas y procesiones. Todo el documento al que nos hemos estado refiriendo fue firmado por el Arzobispo de Jerez de la época y, de ser cierto –que no lo es–, el documento daría un halo de credibilidad incuestionable de lo sucedido allí en el siglo XVII. Hablan los testigos La moderna historia del edificio se halla plagada de relatos extraños y extrañas experiencias en el interior del mismo. No pasa desapercibida la reputación paranormal del edificio a los vecinos de Carmona y comarca, y mucho menos a los investigadores que se acercan al lugar para tratar de ser cronistas de lo desconocido. Uno de esos osados investigadores que se han acercado al lugar en numerosas ocasiones es Francisco del Toro, quien con su equipo de investigación ha sido de las primeras personas en investigar de forma seria lo que allí acontece. Es precisamente durante una de sus incursiones en el lugar y acompañado por las cámaras de El Buscador de Historias de Tele5 cuando son testigos de un hecho singular: «Fue muy extraño, estábamos en el interior del edificio cuando de pronto los volumétricos comenzaron a sonar como detectando algo y entonces fue cuando vimos una especie de luz, una esfera luminosa o algo similar que avanzaba hacia el final de una de las galerías, fue muy extraño». Y es que Francisco del Toro, junto a José Antonio Gallego, han pasado mucho tiempo en el lugar tratando de recoger todo lo que de paranormal allí sucede. Otro testimonio lo encontramos en José Félix Durán. Su relato es un vivo ejemplo de lo que puede sucederle a quien se acerca a turbar la quietud del viejo edificio. De hecho, su experiencia fue tan fuerte que abandonó el mundo de la investigación paranormal: «A mí me retiró del mundo de la investigación aquel suceso. Acudimos a investigar, llamados por la curiosidad y alentados por la fama del sitio y los programas de misterios. Estando allí comenzamos a sentir ruidos extraños, como golpes, los detectores comenzaron a sonar, no estábamos solos, y de repente comenzamos a sentir pasos que se nos acercaban así como un lejano murmullo que se fue convirtiendo en una especie de salmo cantado poco a poco... Cuando aquello nos tenía casi cercados salimos como pudimos por uno de los huecos de las ventanas... Dejamos allí todo el equipo y nuestras ganas de seguir investigando, fue algo terrorífico. A Justo, mi compañero, y pese a que han pasado ya cuatro años de aquello, no se le puede mencionar siquiera la experiencia... Fue un shock para todos». En el lugar se han practicado sesiones de ouija, no es extraño encontrarse con los vestigios de estrellas de cinco puntas o pentagramas dibujados o practicados en el suelo junto a velas negras en todo tipo de adoraciones satánicas y prácticas ocultistas. Se han dado casos, y testigos hay de ello, de visiones de extraños seres luminosos o esferas de luz que deambulan por los restos del edificio dotadas de una cierta inteligencia. Detectores que saltan y animales cuya presencia en el viejo monasterio llena de inquietud... Son sólo algunos de los hechos que han ocurrido en el Monasterio Maldito. A todo ello habría que sumar la grabación de algunas psicofonías impactantes. Recogidas por Miguel Ángel Rodríguez, y no sabemos si como una mera advertencia o como recuerdo de un pasado tan brumoso como desconocido, dicen así: «Ya no santo», «muerte» y «rezad aquí». Extraños mensajes para un lugar no menos extraño...
"un fraile que se despertó en mitad de la noche y fue a una sala en la que se guardaba comida. En ella había unos ganchos de los que colgaba la carne, pero lo que vio allí colgado el fraile fue el cádaver de todos sus compañeros. Al fondo de la sala estaba el mismo diablo que se declaró el autor de la masacre y le dijo: «Ve y di que Satán que está aquí»...

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