Se hace público un análisis sobre la salud mental de Hitler secreto desde 1942

Mucho se ha especulado a lo largo de las últimas décadas sobre el verdadero estado mental de Adolf Hitler y muchas eran las hipótesis que apuntaban hacia serios desequilibrios de uno de los personajes que más influencia y poder tuvo en Europa. Recientemente se ha hecho público un estudio, oculto durante setenta años, que fue realizado por el profesor Joseph MacCurdy de la Universidad de Cambridge, en el que analizó varios discursos que Hitler ofreció en 1942 y en los que se detectaban los claros síntomas de paranoia que padecía el Führer. MacCurdy en su informe afirmaba que el perfil psicológico del dictador, que decidió el destino de millones de personas, era el de una persona con unos graves síntomas de "delirio religioso", creyéndose la reencarnación del propio Mesías y que su papel en la Tierra era la de acabar con la estirpe judía, a la que calificaba como "la encarnación del mal", mientras que a sí mismo se autodescribía como "la representación del espíritu de la bondad". Ese complejo de Mesías, que se hacía entrever en las palabras del dictador, hacía que tal y como Hitler fue viendo que su proyecto de liderar toda Europa se iba alejando, sentía la imperiosa necesidad de buscar un cabeza de turco que asumiese todas las culpas de los males que arrasaban a la sociedad germana: los judíos. Informe con el análisis psicológico de Hitler (cam.ac.uk)La intuición de que la derrota nazi estaba próxima le provocó esa ansia urgente por salvar al pueblo alemán de las fauces del enemigo semita; cuanta más era la oposición que se ejercía desde el resto del mundo contra el nacionalsocialismo que él representaba, mayor era su fobia hacia los judíos y todo lo que representaban. El fracaso de la invasión nazi a Rusia, bautizada como Operación Barbarroja, había significado un duro golpe para los intereses de Hitler. Todo parecía ponerse en contra de los planes alemanes y, según fue avanzando la guerra y se fueron perdiendo objetivos, los culpables y enemigos reales dejaron de ser los demás países para centrar todo su odio e ira contra el pueblo hebreo, al que culpabilizó de la decadencia sufrida por el pueblo alemán y el resto del planeta. Sus discursos congregaban a cientos de miles de personas que lo aclamaban y lo hacían sentirse como el idóneo para conducir al pueblo elegido (Alemania) hacia una cruzada contra el mal que estaba encarnado por los judíos. Toda una prueba de que su estado mental se fue debilitando tal y como fue trascurriendo el tiempo y sus propósitos no llegaron finalmente a cumplirse.

Comentarios

Entradas populares