Catarismo y sexualidad.



Una de las controversias que ha suscitado el estudio de la vida cotidiana de los cátaros era su relación con la sexualidad. La versión comúnmente admitida por los estudiosos de la historia es que el catarismo rechazaba el sexo, en este sentido no se desviaba mucho respecto de la posición habitual en la sociedad medieval y defendida también por la Iglesia Católica.

Para los cátaros la sexualidad pertenecía al cuerpo material, y por tanto como todo aquello que era material, creado por el demonio y rechazable. Ahora bien, como pasa también en muchos casos, de la teoría a la realidad hay mucho camino (y en este caso, mucha tentación). A la práctica, solamente los Perfectos efectuaban un voto de castidad absoluta, que suponemos que conseguían cumplir. El resto de los creyentes no estaban obligados a mantener esta castidad e incluso muchos de ellos estaban casados y tenían hijos.

El rechazo a la sexualidad era uno de los motivos por los que tampoco comían animales, ya que habían nacido del acto sexual (exceptuando los peces, a los que consideraban que nacían esporádicamente del agua).

Pero sin analizamos las actas de la “Santa Inquisición” descubrimos otra realidad en algunos de los documentos inquisitoriales. Ahora bien, ¿se tratarían de casos reales de una cierta promiscuidad entre algunos miembros de la comunidad cátara, o de un burdo intento de acusar a los cátaros de esta promiscuidad como otro motivo de persecución (en un intento de acusar al catarismo de todo lo acusable)?

La época de esplendor del catarismo, coincidió con la expansión del amor cortés del mundo trovadoresco, muy difundido en la sociedad occitana. Supongo que Vdes ya conocen las características del mundo cortesano de los trovadores, los poemas a sus musas y damas, con unas ciertas dosis de erotismo y más deseo e imaginación que consumación, pero que tanto detestaba la Iglesia Católica.

En algunas actas se acusaba a algunos cátaros (y como desgraciadamente es habitual, sobretodo mujeres) de una clara promiscuidad. Les mostraré dos ejemplos de actas recogidas.

A una joven cátara llamada Griselda, se la acusó de haber sido la amante de su propio confesor y posteriormente casarse con un artesano sin tener ningún tipo de remordimiento sobre su conducta sexual anterior. A las preguntas de la inquisición Griselda respondió que no consideraba que hubiese cometido ningún pecado porque “si un hombre y una mujer quieren, ¿cómo puede ser pecado?”. Esta respuesta, tan normal hoy, desencadenó en el tribunal un escándalo considerable.

A la dama cátara Lloba de Pennautier, en la ciudad de Carcassona se la acusó de ser una especie de Mesalina del siglo XIII. Se separó de su marido, pero la Iglesia le obligó a volver con él. Ahora bien, Lloba volvió obligada al lado de su marido, pero la Iglesia no pudo prohibirle disponer de hasta seis amantes, uno para cada día de la semana y el séptimo día o bien descansaba (tal como marcan las enseñanzas) o bien tenía un acto de caridad con su cónyuge.

En este momento yo les formulo esta pregunta sobre estas actas: ¿Realidad basada en una exageración del amor cortés entre cátaros creyentes no perfectos o acusación de la Inquisición para denigrar más a la comunidad cátara?

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