La Dama de Blanco

Dr. Miguel A. Ojeda - Experto en Actividad Paranormal
La Dama de Blanco de Recoleta
Esquina de Vicente López y Azcuénaga, tras el cementerio de la Recoleta. Allí comenzó la historia de amor y locura de un hombre hijo de la aristocracia porteña, en 1930. Cuenta la leyenda que una noche de viernes el muchacho vio sentada en una esquina a una dama de vestido largo y blanco. Lloraba desconsolada. Con palabras suaves la sedujo, consiguió que ella le mostrara una encantadora sonrisa y finalmente la invitó a la fiesta hacia la que él iba, en la calle Alvear. Bebieron champagne, comieron caviar, rieron y bailaron. Los dandies porteños envidiaron al joven, que se fue de la velada con ella. Caminaron por la zona, hasta que poco antes de la salida del sol, y sin asomo de explicaciones ella corrió hacia el cementerio, desapareciendo en la oscuridad. Llevaba el saco de él en los hombros. 
Profesor Miguel Ojeda en la boveda que guarda los restos de Luz María Garcia Velloso
El la persiguió por los laberintos del Recoleta. Sólo encontró el abrigo, sobre una tumba. Al levantarlo, en la lápida pudo leer el nombre de su amada. El infortunio nunca volvió a abandonarlo. La historia de la dama de blanco es la leyenda urbana más repetida entre argentinos. El núcleo siempre es el mismo, sólo varían los objetos que quedan allí sobre la tumba y el lugar del encuentro. Se hizo famosa con un hecho que apareció en las crónicas de espectáculos a fines de los 40. El actor Arturo García Buhr relató su encuentro con la dama, quien se materializó sollozante, como al resto. Según contó Buhr, él le guiñó un ojo y siguió su camino. 
Rufina Cambaceres
Una de las historias más impactantes que guarda el Cementerio de Recoleta es la de Rufina Cambaceres, una joven de 19 años quien, cuya dramática muerte yace en la esencia del cementerio y en la memoria colectiva de los porteños.
Dentro del cementerio se alza una escultura que inmortaliza a la joven hija del escritor argentino Eugenio Cambaceres, quien con sus ácidas obras desnudó hipocresías de la alta sociedad de fines del 1800, y al que se repudió por haberse casado con una bailarina italiana, Luisa Baccichi, a quien la “gente bien” apodaba “La Bachicha”. El matrimonio tuvo una única hija y cuando Cambaceres murió, Luisa y la joven Rufina quedaron solas, con un palacete en la calle Montes de Oca, entre otros bienes.
La niña desarrolló un carácter introvertido y solitario que se profundizó cuando su madre, cuatro años después de la muerte de Cambaceres, se convirtió en la amante del futuro presidente Hipólito Yrigoyen. Para entonces Rufina tenía catorce años, era hermosa y muchos jóvenes rondaban la casona de Montes de Oca, pero ella mostraba indiferencia. El 31 de mayo de 1902 Rufina cumplía 19 años, su madre había organizado una gran fiesta y luego escucharían música lírica en el Colón. 
Cuando finalizó el festejo y debían partir hacia el teatro, Luisa escuchó el alarido aterrador de una de las mucamas, corrió a la habitación de Rufina y la encontró tendida en el suelo, rígida, muerta. Un médico confirmó que había sido un síncope. Al día siguiente, Luisa e Hipólito Yrigoyen, la sepultaron en la Recoleta. Poco más tarde, el cuidador de la bóveda de los Cambaceres, avisó el macabro hallazgo del ataúd de Rufina abierto y con la tapa rota. La versión oficial sugirió un robo, ya que la niña había sido enterrada con sus mejores joyas; pero Luisa vivió el resto de su vida torturada por la convicción de que su hija había sufrido un ataque de catalepsia y fue sepultada viva. Pues la leyenda cuenta que arañando, golpeando las paredes del féretro, logró salir y ver el cementerio desierto. Pero las puertas de la bóveda estaban cerradas. Entonces, víctima de la desesperación, volvió a morir realmente de un ataque al corazón...Por eso, una estatua de lánguido art noveau, la representa con una mano aferrada a la reja de la bóveda, o como tratando de abrir inútilmente el picaporte de una puerta... Rufina Cambaceres esconde una pena de amor que seguramente terminó con su vida a corta edad. Muchas historias se cuentan sobre la vida de la joven: que murió de catalepsia, que era la dama de blanco, etc. Sin embargo, lo que parece más cercano a la realidad es que el día en que Rufina cumplía 19 años, mientras se arreglaba para asistir a una función de teatro, su amiga íntima le reveló un secreto que tuvo guardado durante mucho tiempo. El novio de la niña, era también el amante de su bella madre. 
El impacto de la confesión de su amiga le ocasionó un ataque al corazón y murió. Quién fue el caballero que rompió su corazón? El único presidente soltero que tuvo la Argentina: don Hipólito Yrigoyen, quien después de un tiempo, tuvo un hijo con la viuda de Cambaceres. “Lo único que deseo para mi entierro es no ser enterrado vivo”. (Lord Chesterfield).
En una esquina de la sección13, está la bóveda de Rufina Cambaceres al lado de la de su familia que ostenta el nombre de Antonino Cambaceres (1823 - 1888), tío de Rufina. 

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