Sedevacantismo Católico: la silla de Pedro sólo ocupada físicamente.



El sedevacantismo es una posición teológica minoritaria​ dentro del catolicismo tradicionalista​ que considera que el actual ocupante de la Sede Apostólica de Roma no es un papa válido, por lo que dicha sede se encontraría en estado de «sede vacante».

La forma principal de sedevacantismo es la sustentada por aquellos grupos y personas que rechazan la validez de los pontificados que siguieron al de Pío XII; los principales sedevacantistas provienen de la sucesión apostólica del arzobispo vietnamita Pierre Martin Ngô-Dinh-Thuc. Dentro del catolicismo tradicionalista, el sedevacantismo representa la forma más radicalizada de resistencia a los cambios introducidos en la Iglesia católica con motivo del Concilio Vaticano II.

Los motivos por los cuales se hace dicho planteamiento refieren a los sucesos acontecidos en la Iglesia católica a raíz del Concilio Vaticano II, convocado y abierto por Juan XXIII y continuado y cerrado por su inmediato sucesor, Pablo VI. Dicho concilio estipuló en sus actas la libertad religiosa (véanse las declaraciones Nostra Ætate y Dignitatis Humanæ), reformas eclesiásticas y eclesiológicas (concibiendo que la Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica y no es directamente la misma).

También se aceptó una concepción de ecumenismo y de diálogo interreligioso que los sedevacantistas consideran condenada por el Magisterio anterior; promoviendo así desde la jerarquía romana un indiferentismo religioso repudiado por Pío IX en su famoso Syllabus de 1864.

Otro de los orígenes del sedevacantismo es la promulgación del Missale Romanum con su Novus Ordo Missae: el nuevo rito latino para la liturgia que sustituyó al codificado en el Concilio de Trento por Pío V. La "misa nueva", como se la conoce, es semejante a los ritos litúrgicos protestantes, y la concepción doctrinal con la que fue configurada por Pablo VI se aleja, según los sedevacantistas, del dogma católico. Así lo expresaron los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio Bacci en su Breve examen crítico del Novus Ordo Missae de 1969, al decir que la nueva liturgia:

(...) se aleja de modo impresionante, tanto en conjunto como en detalle, de la teología católica de la Santa Misa tal como fue formulada por la 20ª sesión del Concilio de Trento que, al fijar definitivamente los «cánones» del rito, levantó una barrera infranqueable contra toda herejía que pudiera atentar a la integridad del Misterio.



El sedevacantismo puro en la práctica no existe, ya afirmar el sedevacantismo implica también discrepar en algún punto de la enseñanza de actual la Iglesia: se llega a la conclusión de que la sede romana está vacante tras juzgar al papa como herético, y por lo tanto, juzgar que no es verdaderamente Papa. El sedevacantismo niega la validez de todos los pontificados recientes, el de Juan XXIII incluido, es decir los de Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, por haber realizado el concilio o por mantener sus posturas en vigencia, con la consecuente adhesión filosófico-teológica a su doctrina.

Los sedevacantistas argumentan que las enseñanzas de los concilios ecuménicos pertenecen al magisterio infalible de la Iglesia, y que por tanto es imposible que estas enseñanzas contengan errores contra la fe. Dado que según los sedevacantistas el Concilio Vaticano II contiene herejías y errores, y dado que dichos errores han sido enseñados por los pontífices recientes por medio de su magisterio ordinario y universal, se concluye que esos papas no eran en realidad verdaderos pontífices de la Iglesia, ya que un verdadero papa es infalible en este magisterio.

El sedevacantismo, además, basándose en la doctrina católica contenida en la encíclica Mystici Corporis Christi (que afirma que los herejes, apóstatas y cismáticos no pertenecen a la Iglesia), sostiene que los últimos pontífices no han podido ser verdaderos papas, dada su condición de herejes. Por esta razón, se afirma la vacancia de la Sede Apostólica, pues conforme a la expresión del teólogo y doctor de la Iglesia san Roberto Bellarmino, un hereje no es miembro de la Iglesia, luego no puede ser su Cabeza.

Al declarar vacante el Trono de Pedro, consideran por consiguiente inexistente la jurisdicción episcopal dada a los obispos por el Pontífice Romano. El sedevacantismo afirma que la jerarquía romana actual adhiere al modernismo, tendencia condenada categóricamente por Pío X como la más «peligrosa y horrenda de todas» y «conjunto de todas las herejías», en su encíclica Pascendi Dominici Gregis en 1907.

Autores de peso como el cardenal Juan Bautista Franzelin en 1870,​ el cardenal Luis Billot en 1909,​ J. M. A. Vacant y Monseñor Joseph Clifford Fenton​ afirmaron la asistencia del Espíritu Santo para preservar del error a todo el magisterio del papa (tanto al magisterio extraordinario o solemne, como al ordinario). De la doctrina de estos autores se desprende que si un supuesto papa enseñara la herejía y el error en su magisterio, ese hecho demostraría sin lugar a dudas que ese supuesto papa no lo es en realidad.



Roberto Belarmino (1542-1621) tiene una postura que pasa a tener un rol fundamental en la controversia sedevacantista. Él rechaza como improbable la tesis de que se necesite juzgar al Papa, y afirma que considera mucho más defendible la idea de una excomunión automática: «El que no es cristiano no puede de ninguna manera ser Papa (...) y el que se manifieste hereje no es un cristiano, (...) por lo tanto, el hereje manifiesto no puede ser Papa». Esta opinión es aceptada como verdadera por muchos sedevacantistas.

Sin embargo, muchos sedevacantistas argumentan que la controversia sobre la deposición de un papa herético es irrelevante en la práctica, pues afirman que en la situación actual que vive la Iglesia, los pontífices recientes ya eran herejes antes de ser elegidos. La cuestión no sería entonces deponer a un papa que se ha tornado herético, sino declarar que los últimos papas, por su condición de herejes antes de ser elegidos, no han podido acceder válidamente al pontificado y por eso mismo nunca han llegado a ser verdaderos papas, ya que la doctrina de la Iglesia católica impide que los herejes, apóstatas y cismáticos accedan válidamente a los oficios eclesiásticos. La cuestión clave entonces no sería la deposición de un papa herético, ya que según muchos sedevacantistas los últimos pontífices nunca han sido verdaderos papas.

Los sedevacantistas niegan la validez de los sacramentos de la eucaristía, la penitencia, la confirmación, la unción de los enfermos y el orden sacerdotal, cuando estos sacramentos han sido administrados por el clero ordenado con los nuevos ritos del Concilio Vaticano II. Se considera que Jesucristo no está verdaderamente presente en las formas consagradas (no hay transustanciación), las confesiones con el presbítero carecen de valor, etc. Según este planteamiento, quienes hayan recibido los sacramentos de estos sacerdotes deberían solicitar a los presbíteros sedevacantistas que les sean administrados de nuevo estos cinco sacramentos.

Variable de sede vacante sólo formalmente

Una línea del sedevacantismo, iniciada por monseñor Guérard des Lauriers (exprofesor de la Universidad Gregoriana y del seminario internacional de Écône de la Fraternidad San Pío X) llamada "Tesis de Cassiciacum" o "Materialiter-Formaliter", reconoce a los pontífices postconciliares como materialmente pontífices, es decir que ocupan práctica o materialmente la Sede Apostólica, mas no como formalmente pontífices debido a su condición de herejes. Es decir que no son papas "formales" pues ni sostienen ni propagan íntegramente la fe católica. Esta postura es mantenida por un sector del sedevacantismo, principalmente el "Istituto Mater Boni Consilii", fundado por discípulos de Guérard des Lauriers, los editores de la revista Sodalitium.

Guérard des Lauriers fue ordenado obispo por Ngo dinh Thuc en 1981, sin el requerido mandato pontificio y sin que hubiera habido designación canónica. A raíz de esta ilegalidad, ambos fueron excomulgados por el papa Juan Pablo II.

Dado que, según los sedevacantistas conclavistas, en la actualidad no existen verdaderos cardenales que puedan llevar a cabo una elección (se considera que el Colegio Cardenalicio se ha extinguido), se afirma que los católicos que profesan la verdadera fe, pueden y deben tomar sobre sí la responsabilidad de elegir a un papa (según los conclavistas, los católicos que pueden realizar la elección son aquellos que rechazan el Concilio Vaticano II)

Tenemos el ejemplo del Papa León XIV (2006). En 2006, en Argentina, un grupo de 34 participantes eligió a Oscar Michaelli como Papa León XIV. A su muerte en 2007, fue sucedido por Juan Bautista Bonetti, quien tomó el nombre de Papa Inocencio XIV, aunque renunció meses más tarde. Le sucedió Alejandro Tomás Greico, quien tomó el nombre de Papa Alejandro XI.

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