Henoteísmo: el eslabón perdido entre los mono y los politeístas.



Henoteísmo. Es una forma de práctica religiosa en la que hay una divinidad suprema a la vez que otras inferiores a ella. Por su semejanza conceptual con el término monolatría se le confunde o equipara habitualmente con éste, sin embargo son fácilmente reconocibles. La principal diferencia entre ambos radica en la forma de adoración: mientras que en la monolatría se cree que sólo un dios es digno de adoración, sin negar la existencia de otros dioses, en el henoteísmo se adora a un dios principal, sin oponerse a la existencia de otros dioses menores que también pueden ser dignos de alabanza.

Históricamente el henoteísmo asume a todos los dioses como entidades iguales, y la elevación de uno de ellos se debe a factores sociopolíticos, no a matices teológicos. Citando la concluyente obra sobre el tema de Max Müller, M. Yusa subraya que el henoteísmo es una expresión técnica acuñada “para designar una forma particular de politeísmo (… en que) cada dios es, ‘a la vez una divinidad real, suprema y absoluta’ no limitada por los poderes de otros dioses”. Müller llama a esta idea “creencia en dioses individuales (… y) el culto de un dios por sobre otro”.

El término henoteísmo fue utilizado primero por Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling (1775-1854) para describir los estadios primitivos del monoteísmo, aunque completamente acuñado su uso por el filólogo y orientalista alemán Max Müller (1823-1900), y aplicado al Egipto antiguo por Erik Hornung, Jan Assmann, y otros egiptólogos y estudiantes de religión. Estos últimos desarrollaron una especie de "monolatría incluyente" que definieron como una forma diferente de politeísmo en la que se adora a varias deidades, entendiéndolas como parte de una única fuente divina.
Antiguo Egipto

Las prácticas religiosas de los antiguos egipcios no eran estrictamente politeístas como se creía hasta hace poco. Existe gran cantidad de evidencia en la literatura tanto religiosa como profana que avala esta hipótesis. Es bien conocida la influencia sobre el carácter de la civilización egipcia de la unión entre política y poder religioso. La existencia de una divinidad suprema y otras secundarias formando un panteón es una idea tan antigua como la propia unificación durante las primeras dinastías históricas y la elaboración de la teología heliopolitana.

Otra de las fuentes más antiguas resulta la teología menfita, que en la IV dinastía representa un esfuerzo original para reducir a la unidad la pluralidad divina, sustituyendo a Atum-Ra de Heliópolis por Ptah de Menfis, creando un sistema panteísta más depurado claramente henoteísta.

Otro ejemplo, pero de la literatura profana, ocurre más adelante durante la dinastía XXIII, es la sabiduría de Amenemope, en la que el fiel se refiere a la divinidad únicamente utilizando el término nṯr (necher), que en el egipcio antiguo significa "poder divino", sin mencionar directamente el nombre específico de la misma. Aquí se introduce un término que los académicos llaman emanación, y se refiere al nombre o identidad particular de la única divinidad, Necher, que se manifiesta de forma independiente con atributos independientes, por ejemplo: Amón, Thot, Isis, Osiris, etc.

Este sistema incluye la asimilación de un nombre por otro, como es el conocido caso en el Reino Medio de la unión del antiguo dios Ra con el nuevo dios de la realeza, Amón, para formar Amón-Ra. Otros ejemplos pueden ser Ptah-Seker-Osiris, Horus-Ra, etc., en todos los casos la unión supone la suma de los atributos de cada nombre particular en el de la nueva divinidad con renovados poderes.

Muchos otros estudiosos han dado su aporte a la comprensión de la religiosidad en el antiguo Egipto. Así Hornung (1982) expuso la idea de que la unidad puede ser entendida como “singularidad”, aplicable a todas las divinidades como tales, e inherentes al concepto de Necher, “Dios”. El mundo divino, que constituía la expresión espiritual de la realidad, era concebida como una multiplicidad. De acuerdo a Hornung, fuera de la creación y la existencia, el único lugar en el que los egipcios encontraron la absoluta unidad de la divinidad, fue durante la transición entre la no-existencia y la existencia, es decir, el zp-tpj (zep-tepi) o “el primer instante”.

Para Assman (1995), y con razón, Hornung fue demasiado lejos, puesto que existen muchos ejemplos textuales dedicados a la “soledad” del dios supremo, especialmente en la teología de Atón y en la posterior teología ramésida de Amón-Ra. Efectivamente, los más prominentes teólogos y académicos idearon un concepto henoteísta de Amón-Ra, que abarcaba tanto el lado no dicho como el simbólico de la bipolaridad fundamental de la divinidad.

Solamente podrían realizarse conjeturas de los trabajos de una minoría de especialistas acerca de que los “misterios” o “secretos” de Amón-Ra tenían un concepto abstracto (descontextualizado) del dios único, solitario y supremo. Esta idea creció al pasar de mano en mano al interpretar el panteón, comprendido como teofanía en los varios aspectos, formas, imágenes, manifestaciones y transformaciones del Gran Dios / Dios Único (henoteísmo racional o maduro en vez de puro monoteísmo). Por otra parte, esta teología expresaba sus puntos de vista en un lenguaje icónico, pictórico y contextual en el que Dios permanecía accesible al hombre común (piedad personal) y a las prácticas politeístas populares. Permitía “imágenes” y “divinidades” junto a Dios para explicar Su Voluntad. La adoración de la voluntad divina era la ley.
Período clásico greco-romano

Si bien las religiones griega y romana comenzaron como politeísmo, durante la época clásica, bajo la influencia de la filosofía, surgieron diferentes concepciones acerca de la divinidad. Generalmente Zeus (o Júpiter) era considerado como el supremo, omnipotente y omnisciente, rey y padre de los dioses olímpicos. Según Maijastina Kahlo "El monoteísmo fue generalizado en los círculos cultos en la antigüedad tardía" y "todas las divinidades eran interpretadas como aspectos, partículas o epítetos de un Dios supremo". El filósofo neoplatónico Plotino enseñaba que por encima de los dioses de la creencia popular estaba "el Uno", y el gramático politeísta Máximo de Madauros incluso declaró que sólo un loco negaría la existencia del Dios supremo.
Hinduísmo

El concepto de Brahmán en la religión hindú implica una realidad trascendente e inmanente, que diferentes escuelas de pensamiento interpretan como personal, impersonal o transpersonal. Con el aumento del Shaivismo y Vaishnavismo en los primeros siglos de nuestra era, el hinduismo era fundamentalmente monista y henoteísta. Existe prácticamente un consenso de que existe una entidad divina suprema y omnipresente entre las cuatro principales sectas: shaivismo, vaishnavismo y shaktismo. Cada uno de estos grupos se refiere a una deidad específica (Shiva, Vishnú, o Shakti) como el ser supremo y objeto principal del culto, mientras que las demás divinidades son consideradas sólo los "sub-dioses" o manifestaciones de la misma.

La pluralidad de deidades, o devas, de la religión védica histórica tienen un papel subordinado y secundario ante el Supremo Dios, un estado que algunos autores han tratado de equiparar con la de los ángeles o semidioses de la filosofía occidental. Prakashanand Saraswati, en "La verdadera historia y la religión de la India", prefiere el término "dioses celestiales". El Rigveda fue la base para la descripción de Max Müller de henoteísmo en el sentido del esfuerzo de una tradición politeísta hacia la formulación del Uno (ekam) a través del culto de los diferentes principios cósmicos. Producto de esta mezcla de monismo, monoteísmo y politeísmo, el propio Müller decidió nombrar la religión védica temprana como henoteísta.

Evolución hacia el monoteísmo

La mayoría de los teóricos concuerda en que la evidencia histórica indica que todas las religiones monoteístas actuales evolucionaron al menos en principio desde un estadio intermedio monólatro o henoteísta, y estos últimos de un primitivo politeísmo.

Desde los inicios de la religión egipcia hasta principios de la teología de Amón-Ra, la trascendencia del creador había sido reafirmada a través de la noción de su preexistencia antes de la creación. Por lo tanto, la divinidad cual un halcón era inaccesible. Únicamente mediadores exclusivos podían realizar la conexión (el faraón y el panteón). La teología de Amarna buscó erradicar el polo nocturno, invisible y oculto de la divinidad, representado en el nombre de “Amón”. Atón (el disco solar) era más accesible, físico y luminoso, sin sombras, velos, nubes o cortinas, sin traza de misterio o magia a su alrededor.

Fue Freud quien en 1938 acotó por primera vez el pretendido monoteísmo de la revolución amarniana de Ajenatón para justificar su condición de judío, centrando en la vista del debate a una corriente religiosa precedente. Ajenatón, faraón de la decimoctava dinastía, que gobernó Egipto entre 1379 y 1362 a.n.e., abolió el culto real de Amón e instauró el culto a Atón, el disco solar. Son bien conocidas las intenciones que motivaron la revolución amarniana: abolir el ilimitado poder del sacerdocio de Amón que asfixiaba no sólo al hombre común, sino también al propio faraón, cuyo poder en aquel momento era únicamente titular, una sombra de lo que fue el antiguo poder heredado de la teología tebana. Este período de cambio no sólo se extendió a la política y la religión, sino que también a las artes y a todos los aspectos de la vida del país del Nilo.

La evidencia arqueológica, apoyada en el hecho de encontrar mutilados en los templos anteriores al período de Amarna no sólo el nombre de Amón, sino también los jeroglíficos que denotan pluralidad en la palabra Dios (nṯr; plural nṯrw), sugieren el monoteísmo de la teología amarniense proclamado por Freud. Sin embargo más evidencia demuestra que durante el citado período continuó el culto a todas las divinidades del panteón egipcio en sus templos locales, e inclusive altas autoridades del gobierno de Ajenatón construyeron sus tumbas en Menfis, y no en Ajetatón, la ciudad de Ajenatón. Éstas y otras evidencias parecen demostrar que durante los años de reinado de Akenatón continuó el sistema henoteísta clásico, con la diferencia de que el dios principal había cambiado, al menos para la religión oficial del estado, aunque en secreto el pueblo seguía adorando en su mayoría al antiguo rey de los dioses, Amón-Ra.

Por otro lado, los teóricos han discutido ampliamente el papel de la religión egipcia en la génesis de las ideas sobre la divinidad en el pueblo israelita durante el exilio en aquel país, cuyo regreso se narra en la historia bíblica del Éxodo. Parece no quedar dudas de que Abraham, iniciado en los misterios egipcios, tomó las más sublimes realizaciones doctrinales recogidas en la tradición egipcia incluyendo el Capítulo CXXV del Libro de los Muertos, las famosas Confesiones Negativas, para verterlas luego en la confección de los Diez Mandamientos y abrir el camino hacia el monoteísmo de Israel.


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