Padre Lutero: el Cura que avala el árbol de Navidad.



La historia cristiana del árbol de Navidad data del Siglo XVI, cuando Martín Lutero decoró con luces por primera vez un árbol dentro de su hogar.

Era una tarde fría de invierno en el denso bosque Alemán. Martín no notó que el sol gradualmente se estaba ocultando y el cielo fue oscureciendo. Sus pensamientos estaban centrados en el sermón que estaba preparando, pero los aullidos de lobos y otros animales empezaron a dejarse escuchar. Martín se sintió atemorizado, e hizo una oración para pedir ser confortado. Continuó caminando y orando a Dios no encontrarse en el camino con algún animal salvaje. De pronto Martín vio hacia arriba y observó un precioso y centellante cielo entre los árboles del bosque. ¿Qué podrá ser?, cuestionó. ¡Estrellas!, él estaba concluyendo que en medio de esa noche oscura, estaba contemplando luces del cielo guiándole y confortándole, al igual que aquella estrella que guió a aquellos sabios la primera Navidad. “Qué espléndido tema para un sermón pensó él”.

Martín Lutero sonrió ante aquel espléndido cielo, y no tuvo más temor. Sintiéndose más seguro, buscó alrededor un pequeño árbol que pudiera llevar a casa. Encontrando uno, lo cortó y llevó a su hogar.

Muy pronto llegó Martín salvo a su casa, y rápidamente preparó aquel pequeño árbol, esperando darle una sorpresa a su familia. Martín decoró aquel árbol con candiles que se encontraban en el candelero que tenía en la mesa de centro, reunió a su familia y les narró la experiencia que había tenido en el bosque. “En el momento en que estaba atemorizado, vi las estrellas parpadeando entre los árboles, como si Dios me estuviese diciendo: ‘No temas, porque yo estoy contigo’”. Entonces me di cuenta del tema de mi sermón: “La luz de Dios brilla en la noche más oscura para cada uno, pero a menudo tenemos que mirar hacia arriba para verla”.

No dudamos de que debió ser una maravillosa experiencia. Lutero enseñando a su familia acerca de cómo nuestro Dios ha querido iluminar nuestros corazones en medio de los temores que causaban las densas tinieblas del oscurantismo. Y también recordar cómo la majestuosa y admirable providencia guió a aquellos sabios por medio de una estrella para dar la acogida al Rey del Universo, que había nacido en aquel humilde pesebre, ilustrándola con un arbolito iluminado.

Lutero creyó que el árbol de Navidad, en latín lignum vitae o árbol de vida, traía un maravilloso mensaje del amor de Dios al seno del hogar. “El verdor del árbol nos hace meditar en que el amor de Dios es eternamente verde, eternamente vivo, y que se encarnó por nosotros en el vientre de una virgen”.

Lutero expresó la siguiente oración navideña: “Padre celestial, tú diste a tu Hijo para ser la luz del mundo. Tú hiciste que tu Hijo naciera en un cuerpo humano, para mostrarnos tu amor. Te agradecemos por tu Hijo y por estas señales de tu amor. Nosotros oramos que mientras veamos estas preciosas luces en los árboles de Navidad, y todas las maravillosas demostraciones de esta época, seamos recordados de tu amor mostrado a nosotros en tu Hijo”.

Esta tradición, que se inició en Alemania, se esparció por toda Europa, y en 1841 la realeza de Inglaterra decoró por primera vez el Castillo de Windsor con un árbol de Navidad.

¡Cuán importante es valorar el significado original del árbol de Navidad: “La luz de Dios brilla en la noche más oscura para cada uno, pero a menudo tenemos que mirar hacia arriba para verla”. Por lo tanto, no debemos temer la oscuridad de la maldad de la época que vivimos, sino más bien alzar nuestra vista para recibir Su luz en nuestros corazones y contemplar el más grande e infinito Amor de Dios, demostrado al enviar a su Hijo amado, naciendo en el vientre de una virgen y muriendo en una cruz, para que todo aquel que en Él crea no se pierda, sino que tenga vida eterna.


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