INFLUENCIA DE LA MUJER CATARA



Su origen se pierde en el tiempo, con unas doctrinas consideradas heréticas.

Existen grandes diferencias entre la mujer cátara, y el resto de las mujeres en la Edad Media, dada que la preponderancia masculina era total en toda Europa, donde tan solo en la nobleza, podían sobresalir, y ejercer algún tipo de influencia destacable, siempre con las limitaciones que la Iglesia y autoridades políticas compuestas por hombres, permitiesen.

Aunque los cátaros consideraban el amor carnal pecaminoso y posesionado por el demonio, la cosa cambiaba si era creyente, y la mujer cátara en ese caso, tenía una libertad en el aspecto sexual casi ilimitada, podía la mujer cátara incluso insinuarse a un hombre, y hasta seducirlo a fin de casarse con él, si era objeto de su deseo.

Los jueces de la Inquisición se escandalizaban, cuando las mujeres cátaras, hacían declaraciones de sus acciones carnales, dirigidas hacia los hombres, no les cabía en la cabeza que ninguna mujer pudiera tener tan grandes libertades.

Los cátaros provenzales, además de cantar todo pipo de historias, con los sucesos cuotidianos, contaban historias galantes y amatorias entre caballeros y damas, por lo que practicar el amor de una mujer cátara con el marido, o bien con otro hombre a la vez, no era considerado pecado.

En la Edad Media era completamente normal, tanto para la mujer cátara, como la cristiana, la vida en común de los señores con sus hijos, criados o invitados, en sus castillos, donde normalmente utilizaban la misma sala para comer, hacer vida normal, y dormir en la noche, igual que para los campesinos, en el campo o en las ciudades, donde la promiscuidad era algo normal, y la vida sexual era contemplada tanto por los hijos como el resto de la gente, como un acto natural.

Por lo que de forma más o menos encubierta, existían las aventuras sexuales, a modo de huida en la realidad que representaba, la rigidez represiva e intolerancia del cristianismo, no obstante para la mujer cátara no existía tal secretismo, puesto que su religión lo toleraba ampliamente.

En la Edad Media, cuando el marido se ausentaba, para trabajar, cazar, o ir a la guerra, dejaba a su mujer al cuidado de varias damas, a fin de que no fuera violada su esposa por algún amigo o pariente de la misma casa, pues era creencia común que a la mujer le producía un gran gozo el acto de ser forzada, por lo que existían algunos maridos que en casos excepcionales de violación, les cortaban la cabeza a su esposa.

Se dio el caso en el siglo XIII, en Carcasona, que una mujer cátara apodada “Loba de Pennautier”, esposa de Jourdain de Cabaret, del cual se separó, pero debió aceptarlo inmediatamente por las fuertes presiones de la Iglesia romana, por lo que optó por acostarse con varios amantes, Pierre-Roger de Mirepoix, Bertrán de Saissac, y Aimeric de Montreal, con el resultado de varios hijos.

La religión cátara de los “buenos Hombres” decían que el atractivo físico era cosa del diablo, que debía evitarse, no obstante si se trataba de una mujer cátara, le permitían esa clase de intimidades, siempre y cuando se arrepintiese posteriormente.

Tenían los cátaros fama de artesanos, por lo que proliferaban talleres, regidos por ellos, donde trabajaban tanto hombres como mujeres cátaras, con sueldos mas altos que los talleres cristianos, donde podían meditar, al tener menos horas de trabajo y en horarios flexibles, incluyéndose la comida, contrastando todo ello con el sistema cristiano, las cuales si estaban enfermas no cobraban su sueldo e incluso eran substituidas por otras, siendo por aquel motivo, un gran incentivo en la atracción de creyentes hacia la causa cátara.

La mujer cátara podía ser nombrada Perfecta, en un principio reservada a las clases nobles, primero con preferencia de las viudas, con derecho a estar acompañadas de sus hijas, sobrinas y amigas, que fueran solteras, constituyendo las mujeres cátaras Perfectas en una especie de matriarcado, gozando de una igualdad con respecto a los hombres, como una forma de integrarse en una sociedad equitativa, contrastando fuertemente con el mundo cristiano, que mantenía a la mujer en un escalón muy inferior

La mujer cátara nombrada Perfecta, podía incluso dar el “Consolamentum” a los moribundos, no obstante no se les permitía acceder a un estatus superior como sería el diaconado u obispado, siendo sus ocupaciones principales y preferentes, trabajar como enfermeras, educadoras de las jóvenes de buenas familias, artesanas o incluso directoras de esos mismos talleres, aun así, tampoco tuvieron la “liberalidad” alcanzada en los tiempos actuales.

Como privilegio para una mujer cátara, así mismo para el hombre, era la creencia que tras la muerte, y en función de la “metempsicosis” reencarnación, se transformarían en asexuados, bien pudiendo escoger la mujer cátara, ser hombre, o ser mujer.



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