Papa pide perdón a protestantes por las inhumanas persecuciones del pasado



El papa pidió hoy perdón a la iglesia evangélica valdense por los siglos de persecución y clandestinidad a los que se vio abocada como "hereje" por parte de las autoridades religiosas del pasado, cuya actitud calificó de inhumana.

"En nombre de la Iglesia Católica les pido perdón por las actitudes y comportamientos no cristianos, ni siquiera humanos, que en la historia hemos practicado contra ustedes. En nombre del Señor Jesucristo, perdonadnos", dijo el pontífice con semblante serio.

Francisco se refirió así a las cruentas persecuciones a las que fueron sometidos durante siglos los miembros de esta iglesia protestante, fundada en el siglo XII por un mercader que fue excomulgado por predicar el Evangelio, tarea reservada al clero.

Jorge Bergoglio se convirtió este lunes en el primer pontífice de la historia que accede a un templo de esta comunidad cristiana, el de la ciudad septentrional italiana de Turín, y ante sus miembros pronunció un discurso de marcado cariz ecuménico.

Abogó por el respeto "entre hermanos" y matizó que, como sucede en el caso de los hermanos, la unidad no implica que todos deban ser idénticos.

"La unidad, que es fruto del Espíritu Santo, no significa uniformidad. Los hermanos, de hecho, están unidos por un origen común, pero no son idénticos entre sí", apuntó.

En este sentido, lamentó aquellas situaciones en las que "los hermanos no aceptan sus diferencias y terminan luchando unos contra otros".

"Reflexionando sobre la historia de nuestras relaciones, no podemos hacer otra cosa que entristecernos por los conflictos y la violencia cometida en nombre de la fe, y pedir al Señor que nos dé la gracia de reconocer a todos los pecadores y saber perdonarnos los unos a otros", aseveró.

Bergoglio concluyó su discurso reconociendo que las relaciones entre valdenses y católicos se basan actualmente "en el mutuo respeto y en la caridad fraterna" e invitó a ambos a trabajar "unidos al servicio de la humanidad que sufre, de los pobres, de los enfermos y de los inmigrantes".

"Que las diferencias sobre importantes cuestiones antropológicas y éticas, que aún existen entre católicos y valdenses, no nos impidan encontrar la forma de colaborar en estos y otros ámbitos", incidió Francisco, que también se reunió con algunos refugiados e inmigrantes en la sede del arzobispado turinés.

La iglesia valdense carece de una estructura jerárquica pero cuenta con un órgano ejecutivo conocido como la "Mesa" cuyo promotor, Eugenio Bernardini, afirmó que el papa argentino "ha rebasado un muro alzado hace ocho siglos, cuando nuestra iglesia fue excomulgada y acusada de herejía".

"De vez en cuando hay palabras que hay que decirlas como reconocimiento de un pasado que no se puede cambiar y como compromiso con un presente que debe ser absolutamente diferente", dijo Bernardini en declaraciones al canal televisivo TV2000.

Francisco ha dejado claro en múltiples ocasiones que uno de los objetivos capitales de su ministerio es el ecumenismo, es decir, el intento de restauración de la unidad entre todas las iglesias cristianas.

Así lo demostró con los encuentros que mantuvo con la Iglesia Ortodoxa durante su visita a Turquía el pasado noviembre o cuando pidió perdón a los pentecostales por haber sido perseguidos.

La de hoy fue la última parte de un viaje de dos días a la capital piamontesa que, para el papa, ha sido "como volver a casa", según dijo a Radio Vaticano el portavoz adjunto de la Santa Sede, Ciro Benedettini.

Argentino de orígenes italianos, concretamente piamonteses, el papa ayer demostró conocer la cultura de esta región al recitar de memoria un poema de Nino Costa, venerar la Sábana Santa o rezar en solitario en el santuario de la Consolación, el más importante de Turín.

Incluso visitó de forma inesperada la iglesia en la que se casaron sus abuelos Giovanni y Rosa en 1907 y en la que, un año más tarde, fue bautizado su padre.

Unos vínculos familiares que aún existen y, por eso, hoy se reunió de forma privada con algunos primos carnales y sus respectivas familias, con quienes almorzó y celebró una misa de modo "estrictamente privado".

Sin embargo, algunos de ellos desvelaron varios detalles del encuentro, como su prima Carla, quien relató: "Hemos reído y hablado de todo, también de los viejos tiempos".

Sus parientes prefieren hablar del pontífice como "Giorgio" (Jorge en italiano) porque, según sostuvieron, "continúa siendo el mismo que era, una persona simple, uno de los nuestros"

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