Exploradores espirituales: cada vez más argentinos adhieren a múltiples religiones



Un fenómeno que crece con la globalización, los viajes, las migraciones y las sociedades cosmopolitas; muchos buscan un camino personal, no sometido a férreas normas institucionales

Por Aigul Safiullina | LA NACION

La astróloga Gabriela Breitman empezó a meditar cuando tenía 19 años. Si bien venía de una familia judía e iba a una escuela hebrea, siempre tuvo inquietudes acerca de su espiritualidad , entendida como la búsqueda de una mística personal. Así arrancó en el camino lleno de viajes, encuentros con maestros y estudios de religiones comparadas.

"Siempre quise ver y experimentar con mi espiritualidad, y encontré a personas y lugares con los que tenía una conexión", dice Breitman desde el living de su casa, despojado de elementos que muestren su pertenencia a cualquier religión.

Igual a ella, Fernando Esperon, periodista y especialista en arte, inició una nueva búsqueda hace 30 años, cuando se vinculó con un grupo sufi después de recuperarse de una grave enfermedad. El término sufismo pertenece, por un lado, a la espiritualidad islámica, que incluye diferentes movimientos ortodoxos y heterodoxos, y, por otro, se usa para definir grupos esotéricos desvinculados del islam.

Los casos de Gabriela y Fernando no son tan inusuales como podría pensarse. La primera encuesta del Conicet sobre creencias y actitudes religiosas en la Argentina, realizada en 2008, reveló que el 3% de la población tiene más de una religión. Desde entonces, el número de personas "multirreligiosas" está creciendo.

A veces, la decisión de experimentar con una nueva religión surge de una conversación y casi por casualidad. Alejandro Bianchi nació en una familia católica y siempre ha sido creyente y practicante. A los 15 años, un amigo lo invitó a conocer soka gakkai , una corriente japonesa del budismo. El primer encuentro le resultó revelador y el joven incorporó el budismo como su segunda religión.

Hoy, Bianchi tiene 27 y profesa ambas religiones: va a las misas católicas y también a las reuniones semanales y mensuales de soka gakkai . "Siempre lo tengo presente a Dios -confiesa Bianchi-. Al mismo tiempo, hago una meditación diaria y canto las oraciones budistas."

Iván Petrella, filósofo y director académico de la Fundación Pensar, define la tendencia de incorporar los elementos de distintas religiones como una "contaminación cognitiva" que surge en las comunidades urbanas gracias a los viajes, contactos con pensamientos distintos, los medios y las migraciones. "Las religiones se presentan como países: siempre hay soldados que protegen sus fronteras -dice Petrella-. Sin embargo, para muchos, las fronteras son cada vez mas difusas."

Según el psicólogo Miguel Espeche, la tendencia a incorporar varias religiones es una manera de acceder a lo místico a través de ritos y experiencias. "El cosmopolitismo «pasteuriza» la profundidad cultural y le quita fervor, permitiendo una mayor convivencia entre estilos de vida y rituales."

El padre Carlos White, de la parroquia San Ildefonso, ve la tendencia de incorporar varias religiones como inevitable, ya que "forma parte del tiempo en que vivimos". White sostiene: "Hay mucha gente que no adhiere a la doctrina, pero se siente atraída por los rituales".

Para Bernardo Nante, filósofo y director de la Fundación Vocación Humana, la necesidad de "alimentarse de propuestas de otras prácticas" tiene que ver con la pérdida de la vinculación con la religión.

Petrella subraya otro aspecto de este fenómeno. Sostiene que la tendencia es "una amenaza para la institución", porque la religión se constituye a través de una decisión y no a través de la herencia. Espeche apunta a una "mala praxis" de las instituciones que habría causado un rechazo y una búsqueda de otras formas de espiritualidad. "Hay una pérdida de vitalidad y aburrimiento."

En este caso, el budismo en todas sus corrientes se presenta como lo menos dogmático y por eso resulta más atractivo. "El budismo es más laxo y se lo puede vivir como una filosofía complementaria de una religión", dice Espeche. "El budismo te deja profesar otra fe y no tiene obligaciones", coincide Bianchi.

El padre Carlos White concede que "muchos asocian el catolicismo sólo con las normas morales y no encuentran satisfacción en su propia iglesia". "Las personas buscan alimento y no códigos", sostiene Espeche.

Mohamed Zanaty, imán de los musulmanes en la Argentina, confirma que la tendencia a buscar la fe tiene que ver con la propia elección: "Cada religión tiene sus restricciones, pero Alá nos crió libres y no se debe controlar a nadie en su espiritualidad". Zanaty, que llegó de Egipto con una misión religiosa, nota la gran diversidad que representa el país en todos sus aspectos: "En nuestra mezquita [de San Cristóbal] he encontrado personas de otra fe que vienen y rezan a su manera".

A veces, experimentar con las prácticas religiosas ayuda a volver a las raíces. Breitman empezó hace poco con los estudios de kabalah aplicada que la acercan a su raíz judía. "Tuve que hacer una gran vuelta para volver a judaísmo", sonríe.

A su vez, hoy Esperon ya dejó el sufismo y empezó a "resonar con enseñanzas cristianas", aunque sin pertenencia ninguna. Recuerda que el Dalai Lama decía: "El hombre reza la última vez igual que la primera".

Para Petrella, los que exploran distintas religiones y sus corrientes contribuyen a la evolución de ellas a través de su postura personal y su creatividad.

Ahmad Ortolá, cofundador del restaurante sufi Baraka, viene de una familia creyente "donde prevalecía la tradición cristiana". Llegó al sufismo por propia decisión, en busca de "una conexión verdadera y del autoconocimiento como posibilidad para crecer espiritualmente". Ortolá hoy se encuentra en Córdoba, donde abrió otro restaurante: "Este proyecto es una oportunidad para compartir el hallazgo de este camino, además de permitirme cocinar, que es algo que me gusta mucho".

Experimentar e incorporar elementos de varias religiones también puede ser un riesgo. Nante dice que la mezcla de prácticas puede causar una "gran superficialidad y falta de compromiso".

"Hoy muchos hacen lo que quieren, los llamamos «la confitería espiritual»: a la mañana soy budista, a la tarde soy musulmán", explica Nante.

"Hay que recuperar prácticas propias", dice el filósofo, cuestionando a los católicos que "no conocen ni la Biblia". "Religión es volver a leer, volver a cuidarse, como decía Cicerón", afirma Nante al referirse a la profundidad y el compromiso que tiene que respetar cada uno en su búsqueda.Espeche coincide: "Algunos «compran» las prácticas religiosas como en un supermercado". El psicólogo los llama "coleccionadores de rituales". Y aconseja "ir al corazón de la religión".

Pero esta diversidad podría ser solo aparente. Esperon, por ejemplo, que tiene un cuento sufi para explicar cada una de sus respuestas, afirma que en eso todas las creencias se parecen. "Investigué mucho durante estos años y aprendí que todas las religiones tienen los mismos cuentos", dice. Ortolá agrega: "La fe es una y lo que puede variar es la manera en la que uno la vehiculiza". Para Bianchi, "las religiones coinciden en muchas cosas", entonces no le generan contradicciones.

Mahatma Gandhi decía: "La religión es un sólo árbol con muchas ramas. Si no vemos más que las ramas, diremos que hay muchas religiones, pero si vemos todo el árbol, comprenderemos que hay una sola".


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